Cerca del antiguo hospital Militar se encuentra el bar Bonillo, uno de los inmuebles de la avenida de Almogávares que desaparecerá cuando se ejecute su ensanche. Rafi Bonillo sabe desde hace tiempo que este bar tiene los días contados, aunque, ahora, más que nunca, ya que los afectados están firmando con Neinor Homes el desalojo. «No sabemos aún el tiempo que seguiremos abiertos», asegura, y «no creo que volvamos a abrir en otro lugar». Rafi no sabe ni siquiera cómo han permanecido tanto tiempo allí. Cuando su padre decidió transformar la casa en un bar, «el proyecto estaba aprobado y a mi madre le dijeron en Urbanismo que esto iba a abajo, pero después hemos estado 30 años aquí». Su madre, Pepi, que tiene otro bar cerca, confiesa que les ha costado mucho negociar con la empresa. «Me ha costado ceder», asegura, y «hay varios que prefieren irse al juzgado porque no están conformes».