Hubo un tiempo en el que, si se alzaba la vista desde el puente de San Rafael en la dirección de las aguas del Guadalquivir, se podía ver una docena de esculturas en un pequeño islote del río. Las esculturas llevan ahí desde 2004, cuando se construyeron con motivo del primer Simposio Internacional de Escultura de Córdoba. En su día fueron muy conocidas, haciendo que el islote pasase a ser conocido como la Isla de las Esculturas. Luego, estas obras de arte fueron pasando al olvido a medida que la naturaleza seguía su curso y la vegetación comenzó a crecer, devorando las esculturas. Ya en 2012, estas figuras eran completamente invisibles, se mirasen por donde se mirasen y lo único que se podía ver era una frondosa vegetación. Las esculturas pasaron a formar parte del patrimonio fantasma de la ciudad.

En 2016 se inició un proyecto en el que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, a través de la empresa J. Campoamor, se encargaría de realizar las obras que mejorarían el tramo urbano del Guadalquivir con un presupuesto de 587.293 euros. Entre los objetivos del proyecto estaba el de restaurar la Isla de las Esculturas. Las obras comenzaron en octubre de 2016 y, de hecho, el plan aún sigue en marcha, teniendo prevista su finalización para otoño de este año. Ya en el pasado mes de enero, se había procedido a la limpieza de la isla, podando la vegetación y quemando los troncos para evitar que las esculturas, de nuevo a la vista, volviesen a ser devoradas por la maleza.

Casi seis meses después de esta intervención, la naturaleza, como no podía ser de otra forma, ha seguido su curso y la vegetación, reforzada por todos los nutrientes que trae consigo el río, ha vuelto a crecer. A día de hoy, si se vuelve a dirigir la vista a la isla desde el puente de San Rafael, se pueden ver parte de las esculturas, pero no todas, ya que algunas han vuelto a ser devoradas por la vegetación. Algunos vecinos que viven por la zona del Cordel de Écija, próxima a la orilla sur del Guadalquivir, afirman que «limpiaron el río y durante un tiempo se podían ver bien las esculturas, pero con el agua tan cerca la vegetación está creciendo otra vez y cada vez se ven menos».

Y es que, a tenor del estado actual de la Isla de las Esculturas, después de solo seis meses de una obra de limpieza integral para restaurarla, parece ser que la moraleja es que la naturaleza siempre golpea dos veces.