El mundo del toreo cordobés, con una amplia representación de los matadores de la tierra a la cabeza, rindió ayer homenaje a Manolete en un acto celebrado en la plaza de toros. En el mismo, organizado por la sociedad propietaria del coso de Los Califas y la Casa del Toreo, se leyó un manifiesto con el que se quiso «testimoniar» su «excelsa figura» y reivindicar que las instituciones «impulsen y promuevan» actuaciones para que la misma «continúe creciendo». En esa línea, se defendió que Manolete «merece un museo propio en su tierra, que recoja y proteja su legado vital». Manolete, se dice en el manifiesto, es «patrimonio cultural de Córdoba» y «debe convertirse en uno de los reclamos más importantes de la ciudad».

Al acto asistieron, entre otros, los matadores José María Montilla, Manuel Cano El Pireo, Gabriel de la Haba Zurito, Fernando Sacromonte, José Luis Moreno, Rafael González Chiquilín, José Luis Torres y el subalterno Antonio Tejero, además de Tomás González de Canales, que durante 15 años ha presidido la sociedad propietaria del coso de Los Califas y que fue el encargado de leer el manifiesto, y Celso Ortiz, presidente de la Casa del Toreo.

El manifiesto sirvió para resaltar la «grandeza inconmensurable» de Manolete, el perfil de un «personaje único» y su condición de «mito que trasciende al paso del tiempo». Así, se reclamó que la figura del cuarto califa «debe disfrutar de los máximos honores de la ciudad que lo vio nacer y del toreo», un reconocimiento para el que los organizadores del acto ofrecieron su apoyo. «La conmemoración del centenario de su nacimiento debe servirnos para impulsar proyectos e iniciativas que respeten y engrandezcan su enorme figura en el futuro. De nada serviría celebrar un aniversario si este no goza de continuidad», advirtieron en el manifiesto.

El acto, enmarcado en el programa Siglo Manolete, tuvo continuidad por la tarde en la Diputación, con una mesa redonda en la que participaron toreros de Córdoba; la proyección de un documental; el audiovisual titulado El último día en Linares -basado en la radionovela que dirigió Alfredo Asensi y con la locución de Matías Prats-; una conferencia a cargo del periodista y director de canal Toros Chapu Apaolaza y una mesa redonda dedicada al Manolete más íntimo en la que intervinieron su sobrina Pilar Soria, su sobrino-nieto y veterinario Rafael Soria y el matador Agustín Parra Parrita, entre otros.

«Manolete ha sido la figura cumbre de Córdoba, con la mejor trayectoria profesional y una calidad humana sin límite», señaló Montilla. Para El Pireo fue «la fuente en la que me inspiré», el que «marcó una línea en el toreo imborrable: se paró y los templó». «Un hombre que solo viéndolo venir de lejos sabías que era importante; tanta era su personalidad», en boca de Zurito.

Alabanzas y muestras de admiración que tuvieron continuidad en las palabras de Chiquilín, para quien Manolete fue «un monstruo del toreo y un espejo de toreros»; en las de José Luis Moreno, quien lo calificó como «uno de los artistas más insignes que ha tenido esta ciudad», y en las de José Luis Torres: «Siempre lo he tenido como el torero más grande. Su aportación cambió el toreo». Un Manolete que, en Linares, «pagó el precio con su propia vida para dotar de fuerza a la fiesta de los toros», señaló Apaolaza en su conferencia El toro y la batalla del miedo, una de las actividades programadas para una jornada maratoniana en la que se profundizó en la faceta taurina y personal del gran torero cordobés. Manolete, al fin, según coincidieron en destacar, aún hoy sigue vivo.