Rafael Legrán Bueno, de 38 años, presenta una discapacidad intelectual que no le impidió obtener hace unos años su plaza como administrativo de la Junta de Andalucía. Rafael trabaja en el Centro de Valoración y Orientación de Personas con Discapacidad de Córdoba, pero anteriormente también había desempeñado la función de ordenanza en estas mismas dependencias, en virtud de un convenio entre la Delegación de Igualdad y Políticas Sociales y Feaps (Confederación Andaluza de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual), Y, por otro lado, mediante contratos temporales, Rafael también había trabajado años antes de celador en varios hospitales y había desarrollado otras funciones en supermercados o escuelas taller. Cuando supo de la convocatoria de unas oposiciones para administrativo, destinadas de forma específica para personas con discapacidad intelectual, Rafael decidió preparárselas y, tras horas de estudio y de esfuerzo, porque le cuesta algo memorizar, fue uno de los afortunados que logró una de las únicas 8 plazas ofertadas. «Mi trabajo actual en la Junta es el que me gusta más, sobre todo el puesto que ocupo ahora», resalta este cordobés, después de haber desempañado otras labores muy distintas a las relacionadas con los estudios de FP de Electricidad que hizo tras acabar el colegio.