Raúl Castillo tiene 18 años, una discapacidad intelectual y una trabajo importante por delante: va a ejercer por primera vez de tesorero, llevando con ilusión la contabilidad de las ventas que se hagan en el mercadillo artesanal "Mano a Mano", en Córdoba.

Se trata de una pequeña hilera de puestos regentados por una veintena de jóvenes que, al igual que Raúl, hoy experimentan la sensación de tener un empleo.

El mercadillo está ubicado en el patio de la Cancela del Palacio de Viana, que hoy es un hervidero de gritos, sonrisas y "ofertas", como gritan muchos de estos jóvenes, que han llegado a la ciudad a vender objetos como calendarios, jabones, bloc de notas, portafotos, collares, bolsos o abanicos, que han desarrollado ellos mismos previamente en unos talleres.

Todo ello es fruto de una iniciativa emprendedora patrocinada por la Fundación CajaSur que ha hermanado como artesanos y vendedores a alumnos de los centros de educación especial Santo Ángel, de Córdoba, y Virgen de la Capilla, de Jaén.

Raúl, por ejemplo, viene desde Jaén, dice que le encanta Córdoba y los patios y lo que más le gusta de su trabajo es guardar el dinero para poder hacer excursiones o cenas, ahora que "se acerca el verano".

"A mí lo que más me gusta es vender, que para eso soy el tesorero y llevo las cuentas de todo", afirma Raúl, ante la risa de sus compañeros y sus profesoras, antes de asegurar que no se piensa fugar con los beneficios, porque lo que quiere es destinarlos a actividades con sus compañeros.

Nacho Miras, de 21 años y procedente de Córdoba, dice que lo que más le gusta es hacer los jabones de sosa y glicerina y los cuadernos, porque él los utiliza para dibujar.

Nacho tiene trastorno de espectro autista, pero ello no le impide hacer de relaciones públicas a la entrada del Palacio de Viana, captando a todos los turistas que entran -hoy es una jornada de puertas abiertas en este emblemático espacio-, ni atender a la prensa, algo en lo que ya tiene experiencia, puesto que el año pasado participó en este mismo sitio en una iniciativa similar.

Este rol que representan por un día es muy positivo para ellos, según explican a Efe Teresa Franco, profesora del Virgen de la Capilla, y Milagros Crespo, del Santo Ángel.

Franco destaca que este tipo de actividades son "aprendizajes significativos", en los que los chicos le "dan un sentido" a lo que han ido aprendiendo a lo largo de su etapa escolar, al verle una aplicación funcional.

"Y luego a nivel de autoestima. Ellos son alguien, son importantes, hoy son más que nadie porque están vendiendo lo que han hecho antes y porque la gente les pregunta cómo lo han hecho, y quizá los resultados más importantes son a nivel de autoestima", apunta Franco.

Crespo, por su parte, considera que esta iniciativa es un "eje integral" para los programas de transición hacia la vida adulta en jóvenes con capacidades diferentes, porque es una forma de motivarlos y empujarlos a entender la vida práctica.

"La pena con la que nos encontramos los profesionales es cuando estos jóvenes llegan a los 21 años", lamenta Crespo, ya que cuando alcanzan esa edad pasan a centros ocupacionales, a pesar de que muchos de ellos puedan tener capacidad para alcanzar un puesto de trabajo.

Lo cierto es que viéndolos desenvolverse, vendiendo y atrayendo clientes con una sonrisa sincera, e incluso atendiendo a la calidad de los objetos que se venden en el mercadillo, estos jóvenes pueden ser una buena incorporación a un mercado laboral que vive horas bajas a nivel cuantitativo y anímico. EFE

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