Aunque existen sentencias recientes que están reinterpretando la reforma laboral, las condiciones para que el trabajador se dé de baja se han endurecido por las consecuencias que puede tener en el trabajador. La reforma laboral del 2012 permite que un trabajador pueda ser despedido por estar de baja por enfermedad o accidente no laboral cuando este proceso llegue al 20% de las jornadas hábiles en dos meses seguidos o el 25% en cuatro meses en un año. Por lo que se refiere al trabajador, una vez que le es concedida la baja por incapacidad temporal, se recoge que el trabajador no cobrará nada entre el primero y el tercer día. Será entre el cuarto y el decimoquinto cuando el empresariado tendrá que abonar una parte de la baja, mientras que desde el decimosexto día la responsabilidad será de la Seguridad Social o la mutua.

El trabajador cobrará el 60% desde el cuarto al vigésimo día, mientras que llegará al 75% desde el 21. En el caso de que la baja se produzca por accidente laboral o enfermedad profesional, la persona afectada percibirá el 75%.