Sushi ha pasado de ser una palabra totalmente desconocida a instalarse en el vocabulario culinario de los españoles, aunque solo sea para fardar de conocimientos culinarios. Antonio Rojas, cocinero cordobés, nunca ha visitado Japón, la tierra donde se creó este plato, pero lo cocina desde hace más de seis años. Hace ahora algo más de un año decidió hacer de su afición un oficio.

Onakasita es como suena en japonés la expresión "tengo hambre", y de ahí toma su nombre la innovadora propuesta del cocinero cordobés que, partiendo de la idea de que si a los cordobeses aún no les iba demasiado el sushi , el sushi tendría que ir a ellos, creó la primera empresa de cáterin de sushi de Córdoba. "Montamos un evento donde el cliente quiere, no tenemos un lugar físico donde desarrollar la actividad", explica Rojas. Sirven en eventos formales como bodas o presentaciones de empresas pero también en muchas casas particulares. Por 15 euros el comensal, el sushiman y su ayudante María Teresa León transforman la cocina de la casa del cliente en un daidokoro --cocina japonesa--, donde preparan unas 20 variedades de makis , nigiris y california rolls , las tres formas más populares de presentación.

Y para los que no se atrevan de primeras a "invitar al cocinero a la fiesta", Onakasita ofrece una cena cada jueves para 30 personas en la terraza del hostal Bed and Be (calle Cruz Conde 22), donde se pueden degustar 16 variedades de sushi por 14 euros. En la cena no solo se comparte mesa con desconocidos, sino que también se comparten impresiones y conocimientos. Los más expertos aconsejan a los novatos, les enseñan cómo se deben coger los palillos y les advierten de los efectos de pasarse de la raya con el wasabe . "Hay mucha gente que dice que es el mejor sushi que han probado, pero lo que más me gusta es que hay gente que no lo había probado antes y le gusta y repite", asegura el cocinero. Y eso que el sushi no suele ser plato de buen gusto la primera vez. "A mi al principio no me gustaba", confiesa Rojas, que explica que "es muy común que de primeras no te guste y luego te enganche".

Por ahora Antonio Rojas no se plantea montar un restaurante porque "a mí me gusta el concepto de sushiman errante, no me dan ganas de quitarme esa libertad". Su objetivo de momento es "que sigan conociéndonos y crecer despacio". "El desarrollo en solo un año ha sido increíble, empezó casi como una broma y hemos hecho un montón de cenas", cuenta.

Paralelamente, Antonio imparte cenas-curso para aquellos que quieran aprender el arte del sushi . "Es una introducción al sushi en plan desenfadado en la que los alumnos cocinan y luego degustan sus propios platos en común". La inscripción tanto a los cursos como a las cenas se puede hacer a través de su perfil de Facebook, una herramienta clave para su difusión. A pesar de eso, Rojas asegura que su éxito se basa en la satisfacción del cliente. "Funcionamos mucho por el boca a boca. De cada evento que hacemos nos salen dos".