Blanca Roldán Cano, de 43 años, lleva trabajando desde 1999 en el hospital Reina Sofía. Esta enfermera, que ejerce en la unidad de Hemorragias Digestivas, presenta una limitación en la movilidad de su brazo izquierdo, que no le impide realizar una precisa labor. «De pequeña me caí de una moto, me fracturé el codo y la escayola que me pusieron me afectó a una arteria, lo que impidió un adecuado crecimiento de mi brazo y mano. Desde entonces he estado vinculada como paciente y luego como empleada al Reina Sofía porque hasta los 18 años me tuvieron que operar muchas veces», cuenta. «Estudiando en el instituto decidí cambiarme a los estudios de técnico de rayos y de ahí pasé a la carrera de Enfermería. Me di cuenta de que la rama sanitaria era lo que me gustaba, tras haber recibido tantos cuidados como paciente», apunta. Blanca resalta que lo importante es confiar en una misma. Cuando empezó a trabajar en el Reina Sofía la observaban para garantizar que hacía su trabajo bien, pero pronto dejaron de hacerlo porque demostró su valía, incluso siendo requerida por compañeras para tareas más complejas. Y cuando se sacó el carnet de conducir le aconsejaron que se comprara un coche de cambio automático y se negó. Obtuvo el permiso y conduce un coche normal, mucho mejor que cualquier persona sin discapacidad.