«Ni las víctimas fallecieron, sino que fueron asesinadas, ni los campos nazis pueden denominarse centros de concentración, sino lugares de exterminio». Ana Almagro, portavoz de la Plataforma por la Comisión de la Verdad, expresó ayer, --día en el que se recuerda la barbarie del holocausto nazi en todo el mundo--, la exigencia de este colectivo hacia el Ayuntamiento de Córdoba para que cumpla el compromiso adquirido en el pleno del 25 de enero de 2015. En concreto, piden que, además de la placa colocada en el pavimento del Vial Norte en recuerdo de las víctimas, se instale, en el entorno de la glorieta de Nuremberg, un monolito con los nombres de todos los cordobeses asesinados por los nazis «y un texto explicativo que cuente la verdad a la ciudadanía cordobesa» de su historia de lucha y dignidad.

Los historiadores Sandra Checa y Benito Bermejo calculan que 240 cordobeses fueron a parar, después de la Guerra Civil, a algún campo de exterminio nazi. Joaquín Casado, cronista oficial de Posadas, y José Manuel Matencio explican que estos hombres (no hubo cordobesas en el triste listado) llegaron allí tras pasar por campos de concentración franceses, después de una penosa huida por la zona republicana en España, cada vez más asediada. «Los que huyeron de Posadas, que tiene el triste récord de ser la localidad cordobesa con más víctimas de los nazis (8 víctimas mortales y 6 víctimas que se salvaron), se dispersaron por pueblos de Castilla la Mancha y Valencia, y de ahí a Francia y luego a Alemania», explica Joaquín Casado.

En los campos de exterminio de Mauthausen, Buchenwald --donde estuvo Virgilio Peña, el último superviviente cordobés de los nazi, nacido en Espejo y que murió el año pasado a los 102 años de edad-- o Flossenbuerg (sobre todo para mujeres), identificados con un triángulo azul y una «s» de spanier rot (español rojo), sufrieron y murieron muchos de estos cordobeses. Algunos, los menos, lograron sobrevivir y llegar, como fue el caso del maleno Antonio Luján a París, donde se reencontró al cabo de los años con su mujer y su hija, y pudo continuar con su vida.

«Cada hombre y cada mujer represaliada deben ser recordados y reconocidos lo que incluye saber por qué murieron y quiénes fueron sus verdugos. No podemos aceptar otra cosa que no sea la reparación plena de las víctimas», afirmó ayer la portavoz de esta plataforma integrada por CCOO, CNT, UGT y Arehemisa, Círculo de la Memoria, Foro por la Memoria, Germinar y Víctimas del Franquismo.