Con 27 años aprobó el curso pasado una oposición nacional y obtuvo la plaza de profesor titular de universidad, convirtiéndose en el docente más joven de España en la titulación de Filología Hispánica y posiblemente de todas las carreras de Humanidades. Además, Rafael Bonilla Cerezo, actual profesor de Literatura Española en la Universidad de Córdoba (UCO), destaca por su excelente expediente académico. Sin duda, es uno de los jóvenes más sobresalientes y brillantes.

Logró matrícula de honor en Bachillerato y COU, alcanzando la nota más alta de la provincia en Selectividad en 1997. Con apenas 21 años también fue el número uno de su promoción en la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba. En sus trabajos e investigaciones posteriores ha merecido la máxima calificación. De hecho, con tan solo 25 años defendió su tesis doctoral en Literatura Española con una mención europea, y también se benefició de numerosos premios y becas. Pero su mundo no sólo se reduce a su pasión por la literatura y el cine, sino que también es un gran aficionado a la pintura, a los toros y al baloncesto. Parafraseando a Machado, subraya que su infancia "son recuerdos de un patio de butacas, de visitas al museo los domingos, de pintura y libros". Procede de una familia que le ha dado gran valor a los estudios superiores y destaca la labor de un tío suyo, Gumersindo Aparicio, quien fue uno de los catedráticos promotores de la Facultad de Veterinaria.

Otras culturas

Para Rafael Bonilla, "es halagador y un motivo de orgullo ser el profesor titular más joven de nuestro país y también un estímulo para justificarlo a diario", y más aún, "para no instalarme en la plácida banalidad", matiza. Ahora, como docente de la facultad que lo formó en sus inicios, se encuentra con estudiantes de su generación e incluso mayores que él, y a todos recomienda que sean "interlocutores y no meros copistas" durante las clases. Sin duda, apuesta por lecciones participativas y modernas, de acuerdo con el espíritu que rige el Decreto de Bolonia. Ha recibido e impartido clases y conferencias en algunas de las mejores universidades europeas (Pavia, Ferrara, University College, Oxford, Lille) y considera que es fundamental que los alumnos se impregnen de la cultura de otros países. "Los chicos ya no son simple arcilla para moldear y tampoco libertad condenada a galeras. Todo lo contrario. Debemos esforzarnos por atenderlos, solucionar sus problemas y proponerles iniciativas pedagógicas que resulten valiosas y enriquecedoras", indica. Ha viajado con los jóvenes a diversas sedes universitarias extranjeras, y con su joven experiencia ya ha coordinado seminarios y conferencias en la Università di Ferrara y en la Universidad Ain Chok de Casablanca.

Para Rafael Bonilla, la "enseñanza debe ser algo nuevo a diario". Se dedica a esta profesión porque "uno no debería envejecer jamás en un mundo que es eternamente joven". Es más, "no concibe la docencia sin grandes dosis de alegría". Considera que "mientras no incorporemos a nuestras aulas conceptos como integridad, talento, diversión y respeto, que no tolerancia, en tanto que la tolerancia supone una posición de superioridad sobre el otro, los jóvenes no percibirán que el conocimiento tiene mucho de ministerio".

El joven profesor cordobés cree que "los estudiantes deben entender la necesidad vital de ser curiosos en todos los campos del saber". Por ello, explica que el docente ha de tener la habilidad de mostrar que "una copla del cancionero duerme en los estribillos de un cantante tan moderno como Sabina", del mismo modo que la poesía de Garcilaso fluye por varias canciones pop. Subraya que "si hoy gozamos con los superhéroes del cómic, o con el cine de aventuras, es porque alguna vez hubo libros de caballería". Y agrega que "la pintura más revolucionaria, por ejemplo Picasso o Francis Bacon, sigue la estela de otra convulsión, como la de Velázquez, hace ya cuatro siglos". En definitiva, considera que su trabajo consiste "en relacionar los genios del pasado con los del presente y a los del presente con aquellos que están por nacer".

Además, es un profesor valiente, que no se conforma con lo establecido, y que crítica de forma constructiva. Por ello, cree que uno de los principales defectos de la Universidad de Córdoba es que existe "un cierto inmovilismo en los métodos". En su opinión, se debería apostar más por "la excelencia, por lo diferente, por lo que es justo, y no por hacer justicia con normativas y reglamentos". Y confiesa que sólo "rinde cuentas a su conciencia y al talento propio o ajeno". A su juicio, la UCO debe apoyar más la labor de los profesores jóvenes que todavía están labrándose un futuro.

Sus principales investigaciones se centran en la poesía de Góngora y en la prosa del siglo XVII, así como en las relaciones entre la literatura y el cine. Y, curiosamente, su interés hacia los autores del Siglo de Oro responde "a su intrínseca dificultad, al desafío de analizarlos con rigor y, sobre todo, a que la mayor parte de ellos lucharon por derrotar al tiempo". Como él.