El 8 del 8 del 2008 llegó Jalima Chekairi a España, concretamente a Constantina (Sevilla). Ser madre soltera en Marruecos no era una situación fácil para ella y decidió dar el salto para buscarse un futuro mejor junto a su hija, que en ese momento se quedó en su país junto a la abuela materna. Pronto llega a Córdoba y en la ciudad ha trabajado de interna en dos casas y, posteriormente, en la cocina de un puesto del Mercado Victoria y de un bar junto a La Corredera. El primero cerró y en el segundo se encontró con irregularidades en su situación laboral. Ahora está en el paro y asegura que «está muy complicado encontrar un trabajo». Jalima afirma que el tener una menor a su cargo le condiciona para acceder a un empleo, ya que, por ejemplo, no se puede adaptar a todos los horarios que le piden. No obstante, es precisamente su hija la que le hace tener fuerzas para seguir luchando. «Ella está aquí plenamente adaptada. Tiene 13 años y está muy contenta en el instituto». Jalima, que en los casi diez años que lleva en Córdoba solo en un caso muy puntual se ha sentido discriminada por ser marroquí, destaca que los cordobeses «son muy respetuosos». Ellas, insiste, tienen unas costumbres y un modo de vestir que no se salen de lo habitual en la ciudad. Jalima y su hija viven en un piso en Ciudad Jardín por el que Vimcorsa le da una aportación económica para el alquiler de 450 euros, y percibe una ayuda por desempleo de 420 euros durante seis meses. También recibe alimentos por parte de diversas instituciones.