La figura de Manolete es ya una leyenda en Córdoba. El diestro ha aparecido en libros, fotografías, exposiciones, carteles, incluso algunos décimos de lotería están ilustrados con su persona. También Manolo Escobar le dedicó un pasodoble que, en una de sus estrofas, dice Manolete, Manolete. Vive ardiente tu recuerdo en la afición. Y con respecto a ella, se puede decir que el torero está más vivo que nunca, al menos entre ayer y hoy. Tanto, que hasta se le puede ver paseando por las calles de Córdoba, literalmente.

La responsable de esta efímera resurrección es la delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, que, con motivo del centenario del nacimiento del diestro, ha organizado la actividad Paseando con Manolete. La iniciativa consiste en un paseo por los principales lugares de la ciudad vinculados a Manolete, en el que los participantes pueden acompañar al diestro, caracterizado por el actor Emilio J. Cervelló, de la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba. Durante el paseo, que va desde su casa en la Avenida de Cervantes hasta la plaza de la Lagunilla, el redivivo Manolete va pronunciando un soliloquio, cuyo guion ha escrito Fernando González, comisario del centenario.

El delegado de Cultura, David Luque, que asistió ayer al inicio del primer pase de la actividad a las 10.00 horas, señaló que «una de las intenciones desde la comisión organizadora era enseñar a un Manolete distinto», argumentando que «se quería llegar a un público también distinto, que no lo conozca tanto o que, si lo conoce, pueda descubrir cosas nuevas de él». «Se ha buscado presentar a Manolete en su lado más personal», afirmó González, señalando también que muchas de las localidades de la actividad, cuya entrada es gratuita, «ya habían colgado el cartel de agotadas», ya que «Manolete siempre arranca público».

La relación de «cercanía y también de distanciamiento» que vivió el diestro con la ciudad de Córdoba es una parte del mito que rodea al torero y que se ha querido revivir en este centenario de su nacimiento, junto con el propio Manolete. Y es que, como se dice popularmente, las leyendas nunca mueren.