Francisco Morales es uno de de los abogados del turno de oficio de violencia de género y uno de los letrados que actualmente prestan el servicio de asesoramiento integral a víctimas de violencia que ofrece el Colegio de Abogados a través de un convenio suscrito con el Ayuntamiento.

-La justicia gratuita atiende a dos mujeres maltratadas de media diaria. ¿Cuál es el perfil de las mujeres que solicitan este servicio?

-No hay un perfil tipo, lo solicitan mujeres de todo estrato social aunque las de mayor estatus suelen ser más reticentes a acudir al turno de oficio. En cuanto a la edad, vienen desde chicas de 20 años con problemas de acoso con sus novios a mujeres de más de 50 que denuncian después de años de convivencia familiar. Tienen drecho a asesoramiento gratuito desde que ponen la denuncia.

-¿En qué estado llegan a comisaría a poner la denuncia?

-Se trata de personas muy vulnerables que pasan por un momento traumático, ya que viven al mismo tiempo la ruptura de la pareja-familia y la agresión que hayan sufrido, todo ello con el miedo a pasar por un proceso judicial. Por eso, acogen con agrado cualquier asistencia, tanto jurídica como psicológica.

-¿Qué les lleva a dar el paso?

-El 90% se decide a denunciar tras un episodio especialmente violento, una agresión o amenaza fuerte y lo hacen por iniciativa propia o de la familia, aunque también movidas por denuncias de vecinos, testigos en la calle. En esos casos, si la víctima no está dispuesta a declarar, es más difícil que la denuncia prospere.

-¿Existe un patrón de conducta en los maltratadores?

-Yo suelo decir que parece que todos hubieran ido a la misma facultad de maltrato porque todos siguen el mismo proceso con las víctimas. Mientras de cara al público se muestran muy sociables, de puertas adentro empiezan aislando a la víctima, desligándola de su círculo familiar, amigos, compañeros, algo que consiguen cuestionándolos y controlando el móvil y todas sus relaciones personales. Luego viene el machaque, hacen que la mujer dependa de ellos económicamente, les repiten que no valen nada, que solas no pueden hacer nada, se muestran celosos posesivos y controlan cada movimiento, al tiempo que las insultan y les hacen creer que son feas, gordas... Por último, si el proceso continúa llega el maltrato físico. En este punto, después de un acoso constante y sistemático, las víctimas se culpan de todo.

-¿Las mujeres que denuncian pueden sentirse seguras?

-Nunca se puede garantizar la seguridad al 100%, pero hemos avanzado muchísimo. Hace 20 años quien denunciaba se jugaba la vida. Ahora se hace un esfuerzo brutal en medidas de protección a las víctimas, en lo que no hemos avanzado tanto es en educación y prevención.