Azahara Naranjo asegura que lo que más le gusta de su trabajo de intérprete de lengua de signos es todo lo que aprende, las cosas que ha descubierto que de otro modo no sabría ni que le interesaban en las clases que tiene que interpretar. No en vano lleva desde 2006 acompañando a los alumnos de la Universidad de Córdoba con discapacidad auditiva en sus clases, aunque también ha habido ocasiones en las que ha tenido que intervenir en conferencias o cursos que contaban con algún asistente con esta necesidad. "Al principio siempre es muy raro, la gente te mira todo el rato, pero cuando ya llevo dos días paso a convertirme en otro elemento del mobiliario del aula", relata Naranjo que forma parte de la Unidad de Atención a las Necesidades Específicas (UANE) de la UCO.

Durabte este curso académico tiene que partir su jornada acompañando a dos estudiantes, una de Magisterio de Primaria y otra de Historia del Arte, pero también debe atender necesidades puntuales en cursos o jornadas que se solapan con su actividad principal y cotidiana que es interpretar la clase a estas alumnas. Una interpretación que no se ciñe exclusivamente a la explicación del profesor pues, en ocasiones, Azahara asegura que resulta más conveniente para el alumno que le informe de que se ha abierto una puerta o ha sonado un móvil, para que comprenda la reacción del resto de sus compañeros.

Por eso, a esta intérprete de lengua de signos no se le puede escapar ningún detalle e intenta ir vestida con colores oscuros para pasar lo más desapercibida posible en las aulas y dar todo el protagonismo a sus manos, que son las que hablan.