Juan Rafael Leal (55 años) nació en Villanueva del Duque y es agroganadero. Del bachillerato pasó a la ganadería, y después estuvo 20 años en una entidad financiera. Ahora es presidente de la Federación Andaluza de Cooperativas Agroalimentarias y vicepresidente de Covap.

-El sector agroalimentario, pese a ser uno de los más importantes de Andalucía, siempre tiene amenazas, además de las meteorológicas.

--Esa es la primera. La segunda amenaza viene de los precios, de la volatilidad que tienen y del hecho de que los agricultores y ganaderos rara vez ponemos precio a nuestros productos. Vienen determinados por el mercado externo. Hay una amenaza muy fuerte para el sector, que son las prácticas comerciales desleales, de venta por debajo de los niveles de rentabilidad, lo que se llama venta a pérdidas. Es un problema que ninguna norma ha sabido cómo atacar. El diferencial de precios entre origen y destino en muchos casos es tan bajo que seguimos hablando en pesetas porque no encontramos cifras en el euro capaces de dar la cantidad exacta. También nos preocupa la amenaza constante del fin de las ayudas. Pero no nos equivoquemos, ayudas que aquí entendemos como subvenciones no son más que ayudas a la renta. No hay más, el concepto de agricultura subvencionada no existe. Es una ayuda a una renta para un sector que tendría muy mal su viabilidad.

-Se suele decir siempre por las administraciones que la única manera de sobrevivir en este sector es redimensionando las cooperativas, agrupándose en otras mayores. ¿No hay más salida?

--Bueno, debe haber más salidas. Esta es fundamental. Pero eso no es la Administración quien lo dice, sino que fuimos nosotros los que se lo trasladamos a la Administración y lo ha hecho suyo. Desde la Federación venimos pidiendo la integración en estructuras comerciales mayores a fin de competir en volúmenes con la distribución. Nosotros somos un sector muy atomizado, mientras que la distribución ha hecho muy bien sus deberes. Hay cinco o seis empresas distribuidoras comprando, mientras que nosotros somos 20.000 empresas agroalimentarias vendiendo, 4.000 de ellas cooperativas. Y quien pone los precios es la distribución. Seguro que hay más salidas, pero es evidente que el volumen te permite empezar procesos de investigación y desarrollo y posicionarte mejor de cara al mercado.

-¿Los gobiernos no acaban de tomar medidas sobre los precios en origen?

--Estamos en un mercado libre, eso está claro, pero lo que debe hacer el Gobierno de una vez es tomar nota de lo que ya tiene legislado, que es aplicar las normas de la competencia para evitar la venta a pérdidas. Pero aquí se junta que la distribución se une para fijar precios y no pasa nada, pero se juntan dos agricultores para ver qué problema tienen y a qué umbrales de precio puede llegar y estamos haciendo competencia. La Ley de la competencia perjudica al sector agrícola. Lo que pedimos es que haya más vigilancia y más cumplimiento de la ley. Y luego, otra cosa, la Administración tenía que tener muy claro cuáles son los productos gancho que se utilizan en las grades áreas. Hasta ahora los productos gancho clásicos eran el aceite y la leche, que en múltiples ocasiones se han vendido a pérdidas.

-¿No hay interlocución directa entre los grandes distribuidores y los productores?

--Bueno, cada día hay más interconexión entre el productor y el distribuidor. Tenemos ejemplos en la provincia y en Andalucía. Hay muchas cooperativas nuestras que trabajan como productor principal de marcas de distribución y la verdad es que van bien. Los ejemplos los tenemos muy claros, la relación Covap u Oleoestepa con Mercadona. La distribución no es el enemigo, la distribución nos puede ayudar a crecer. Lo que tenemos es que cambiar las reglas de fuego.

-En estos días se ha debatido sobre la conveniencia o no de aumentar los regadíos. ¿Qué piensa al respecto?

--Mi opinión es que los regadíos son necesarios. Aquí estamos teniendo un doble lenguaje cuando se habla de riego. Porque yo creo que las organizaciones agroambientalistas y ecologistas ven el riego como un enemigo y como una manera de esquilmar el recurso. Nada más lejos de lo que pensamos los agricultores. El riego de hoy no es un riego como el que había antes, que era a manta, en el que es cierto que había un derroche del recurso hídrico. Hoy los riegos son perfectamente controlados, muy tecnificados, donde no se echa ni un cuarto de litro más. Y eso supone una mejora en el nivel de vida del agricultor y una mejora en los precios al consumo: si produzco más el precio al consumo puede variar.

-¿Existe un agravio histórico de Córdoba con respecto a otras provincias de la cuenca?

--Existe agravio. Los agricultores lo creen así y yo también. No hay nada más que ver los cuadros de la superficie de regadío que se implementaron en Andalucía desde el año 95 hasta hoy, y la provincia de Córdoba es en la que menos se ha implementado y en la que menos se ha autorizado. Y parece ser que de cara a la cuenca, en Córdoba son mucho más estrictos que en el resto y no entendemos por qué. Si queremos un campo rico hay que tener agua. Se habla mucho del olivar, pero no se nos debe olvidar que en la zona de la sierra hace falta el agua para el ganado. Mientras que en la Campiña es más fácil cogerla, en la zona Norte quizás habría que plantear algún tipo de operación con respecto al pantano de La Colada, que abasteciera las explotaciones de Los Pedroches, que hay algunas ya con muchos problemas. Claro, poner eso en el Valle es un proceso que cuesta mucho dinero, porque hay que crear una red hídrica, no es solo captar pozos, habría que acompañarlo con otros usos además del ganadero.

-¿Qué le parece la evolución de Covap en los últimos años? ¿Hacia dónde debe crecer? ¿Debe pensar en una fusión?

--Yo la evolución de Covap la veo muy bien. La prueba la hemos visto este año con los resultados que ha tenido la cooperativa. El año pasado se incorporó la cooperativa San Miguel de Villanueva de Córdoba, algo que esperábamos con ganas. El tema de Covap ha sido de diversificación industrial y de salir al mercado con un proceso industrial importante, que mañana surge alguna opción de ir acompañados, pues muy bien, pero el fin no es crecer por crecer ni sumar volúmenes. El fin de Covap es que es una realidad, que lo estamos viendo todos, que es funcionar bien, generar beneficios pero sobre todo que el beneficio repercute directamente en las producciones de nuestros asociados. Estamos pagando la leche como nadie en este país, en el ibérico lo estamos haciendo como nadie y en porcino igual. El fin es que el asociado que está con nosotros y que produce, gane, y lo estamos consiguiendo.

-El aceite es el principal cultivo de la provincia ¿cómo valora el alto precio que tiene en origen desde hace varias campañas? ¿Puede afectar al consumo y a la imagen del producto?

--Bueno, el alto precio que tenemos hoy de los aceites no es nada más que consecuencia de la ley de la oferta y la demanda. Venimos de campañas donde la oferta nacional y mundial está siendo mucho menor de la esperada, con malas cosechas en importantes países productores y veníamos de precios por debajo de los niveles de rentabilidad y ahora esta diferencia la vemos como muy fuerte. Pero mi opinión es que no debemos estar mucho más allá de donde deberíamos estar, que es fruto de que hay mucha demanda y poca oferta. De todas formas, los datos dicen que el consumo no se está viendo afectado en absoluto. O sea que el consumo interno creció un 1,5% mientras que el externo lo hizo un 5%. Yo creo que es un mercado que tiene todavía un recorrido. El aceite de oliva tiene cada día una imagen más consolidada, de garantía, de ser una grasa sin ningún tipo de perjuicios, no como otros aceites.

-Se está negociando el convenio del campo. ¿Está suficientemente valorado el trabajador?

--Mira, yo… Nosotros no estamos en la mesa de negociación. Pero somos una entidad que tenemos lo que se llama responsabilidad social corporativa, que para nosotros es sencillamente responsabilidad social cooperativa. Creemos que mientras mejor tratado esté el trabajador y el empleo mejor rendimiento tendrá y mejor funcionará la empresa, tanto cooperativa como la empresa agraria. Creo que, afortunadamente, el trabajador se está valorando más de lo que por desgracia se valoraba estos tiempos de atrás.

-¿Existe todavía en el campo una excesiva dependencia de las ayudas agrarias?

--Los agricultores y los ganaderos no trabajan en base a las ayudas que reciben, sino en base a la rentabilidad de su propia explotación. Las ayudas, como dije antes, no son subvenciones, sino incremento a la pérdida de la renta. Creo que hay sectores donde siguen siendo necesarias. El ganadero y el agricultor tienen cambiado el chip y quieren hacer sus explotaciones rentables por sí, no porque se nos dé. Pero tiene que quedar claro que las ayudas no son una subvención sino una ayuda por una pérdida de renta.

-¿Qué cree que debería apoyarse más por la UE que ahora mismo no lo esté haciendo?

--Yo creo que la Unión Europea, para España y la agricultura andaluza, ha sido muy importante, pero debe tener mucho más en cuenta la singularidad de cada zona y la especificidad de la Cuenca Mediterránea a la hora de elaborar sus informes y de legislar. No hay que olvidar que la parte importante que legisla, siempre lo hace a favor de los países del Norte. Desde mi punto de vista, tienen poco feeling hacia la agricultura mediterránea. Hay contingentes de producciones que entran vía Marruecos y demás, con lo que la producción andaluza se ve siempre perjudicada en precio. Y, luego, hay temas como muy recurrentes como la mancha negra en cítricos importados. Yo creo que debería haber un control más estricto. Y también, deberíamos permitir a España que haga propuestas de autorregulación de aceite de oliva. Nosotros llevamos mucho tiempo trabajando en este tema. El presidente de esta organización en Córdoba, Rafael Sánchez de Puerta, es un experto en este tema y defiende la autorregulación y evitaríamos picos de producción en precios y demás.

-Está pendiente de aprobación la Ley de la Dehesa, ¿qué debe aportar para Los Pedroches?

--La ley está aprobada. Lo que está pendiente es el desarrollo de la norma. Que la echamos ya de menos. Lo primero que debe hacer es conservar la dehesa. Se debe simplificar la burocracia del verdadero rey de la dehesa que es el hombre, que con su actuación no modifica sino la conserva y la mejora. Y luego hay una cosa muy clara y es que se incluye en la parte de medio ambiente o en la parte forestal y creemos que es un error, a nosotros nos debe desarrollar Agricultura.

-¿Se está notando en el consumo y en el sector la aplicación de la norma de la calidad del jamón con los nuevos etiquetados?

--Se ha notado pero queda mucho por andar, no solo en tema de legislación, sino en tema de vigilancia de lo que se hace. No podemos permitir que se siga utilizando la foto de la dehesa para vender un cerdo que es de pienso, que no digo yo que no hay que producirlo, el consumidor debe tener todo el derecho del mundo, pero debe de saberlo. A nivel del consumidor, las etiquetas de color han sido una buena solución para identificar y diferenciar. De todas formas lo que hay es que seguir trabajando para evitar que se produzcan malas colocaciones que llevan a confusiones.

-¿Cuáles son los retos del sector agroalimentario cordobés? ¿Es usted optimista?

--Yo creo que el sector agroalimentario cordobés tiene sus problemas como todos, pero es fuerte. En cuanto al aceite, tenemos unas buenas producciones. En cooperativas, se está produciendo la integración para hacerlas más fuertes, las denominaciones de origen están dando sus resultados. Tenemos un problema muy serio, como es el agua para nuevas plantaciones y para Los Pedroches, pero yo soy optimista. Por otro lado, las producciones ganaderas las tenemos suficientemente controladas, fusionadas y somos capaces de transformarlas. Yo, si digo que no estoy contento con la evolución mentiría, lo cual no supone que debamos quedarnos ahí. Debemos de trabajar por más.