El delegado de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Francisco de Paula Algar, aseguró ayer que, «dentro de nuestras potestades, actuaremos con contundencia» tras el vertido de orujo al río Guadalquivir. En este sentido, Algar recordó que, «con independencia de las causas, el principio es el de quien contamina paga», por lo que insistió en que el responsable «debe reparar el daño».

La mancha negra que llegó el viernes al casco urbano de Córdoba tuvo su origen el lunes pasado en un accidente, al parecer, por la rotura de una bomba de una secadora de orujo que la empresa Oleícola El Tejar tiene en Pedro Abad. El vertido, que ha dejado a su paso cientos de peces muertos y daños en la fauna y flora, ha sido considerado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) como el más grave que ha sufrido el río en Córdoba en las dos últimas décadas. Además, el Ayuntamiento de la capital lo ha calificado de «catástrofe medioambiental». Ayer continuaban los trabajos para retirar los peces muertos y la CHG ha liberado estos días agua para eliminar la carga contaminante y recuperar la oxigenación, apuntaron las fuentes consultadas, que añadieron que la contención y extracción del orujo no hubiera sido más factible al mezclarse este con el agua.

Aunque Algar recordó las competencias de la CHG en cuanto al río, también resaltó que desde el primer momento se ha hecho un «seguimiento» desde la Consejería de Medio Ambiente, se ha abierto un expediente y afirmó que «vamos a actuar con contundencia». El delegado territorial señaló que «aún es pronto para determinar el alcance y la responsabilidad» del vertido, pero insistió en que «nosotros tenemos clarísimo que quien contamina paga y debe reparar el daño, independientemente de que haya sanción administrativa».

Algar explicó que la Junta hará una «evaluación» de lo ocurrido, aunque «quien está haciendo el análisis es la Confederación». Respecto a la petición del Ayuntamiento de Córdoba de conocer el expediente que se le ha abierto a la empresa de la que habría partido el vertido, el delegado apuntó que facilitarán toda la información que se les reclame.

CONSECUENCIAS // Mientras tanto, Ecologistas en Acción volvió a destacar ayer que más allá de los efectos visibles del vertido, como la alta mortandad de peces al acabar con el oxígeno del agua, hay otros igualmente importantes que pasan más desapercibidos. Aunque Diego Peinazo, representante de Ecologistas en Acción en la plataforma Por un Río Vivo, explicó que para la arboleda y el resto de la vegetación en superficie del monumento natural de los Sotos de la Albolafia no debe tener repercusión, sí que insistió en que el orujo es «un producto tóxico para las plantas con el contacto, por lo que va a ser perjudicial para las acuáticas». Además, afirmó que aunque la muerte de peces es «lo más llamativo, no es lo más grave». «Lo más grave -dijo- es cuando alteras la base de un ecosistema, que son las plantas y los pequeños invertebrados, ya que de ahí va a depender el resto de seres vivos». Por último, Peinazo invitó a que se haga un análisis del agua para determinar si se ha producido un aumento de los metales pesados en el río, algo habitual según apuntan los estudios cuando se producen vertidos de orujo.

De su lado, el biólogo José Aumente explicó que «cualquier vertido altera las condiciones del agua, porque va a provocar un aumento de materia orgánica y una disminución de las cantidades de oxígeno, lo que causa alteraciones en general». Aunque Aumente aclaró que no puede hablar de este caso concreto por haberlo seguido solo por la prensa, sí que apuntó que un río es un «ecosistema frágil a todo tipo de actuaciones y hay especies sensibles que se pueden ver afectadas, con alteraciones más evidentes en el caso de animales y peces y menos en las plantas, aunque también causa efecto». Aumente confió en que solo se trate de un hecho puntual, «en la capacidad regenerativa del río» y en «que no perdure en el tiempo, porque si no la catástrofe sería mayor».