LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO: CÓRDOBA, 1954.

TRAYECTORIA: ENTRO EN LA CONGREGACIÓN DE MISIONEROS COMBONIANOS A LOS 17 AÑOS. SU PRIMER DESTINO FUE EN LA REPÚBLICA CENTROAFRICANA, DONDE HA SIDO MISIONERO, OBISPO AUXILIAR Y ACTUALMENTE TITULAR DE LA DIÓCESIS.

Juan José Aguirre es el obispo de la ciudad centroafricana de Bangassou. Nación inestable rodeada de países inestables, su riqueza ha provocado su pobreza y está viviendo una situación de violencia y muerte. Una coalición de grupos rebeldes, Seleka, con 500 soldados profesionales y entre 10.000 y 20.000 mercenarios de naciones limítrofes (jóvenes desocupados), tomaron el país el Domingo de Ramos. Monseñor Aguirre se encontraba a escasos metros del palacio presidencial cuando fue bombardeado. También entraron en Bangassou, donde hubo muertos y la saquearon. Solo quedaron los misioneros. Hoy está en Córdoba, más delgado.

-- De nuevo en Córdoba.

Sí. Durante el mes de julio estaré aquí. En agosto regresaré para que otros compañeros se marchen a descansar, tras el esfuerzo por terminar el curso escolar. Me viene muy bien estar aquí para salir del shock postraumático después del inmenso puñetazo en la nariz que ha supuesto la llegada del Seleka. La mente se queda maltratada y templar el corazón y los sentimientos es necesario.

-- ¿Tan grave fue la acción del Seleka?

Entraron en Bangassou el 12 de marzo y murieron unos 50 soldados de los dos bandos. Sufrimos tres o cuatro oleadas de asalto, destruyendo principalmente la memoria histórica de la ciudad: la alcaldía con todos los archivos sobre las personas; las cartas de nacimiento; saquearon el tribunal y el catastro. Las misiones católicas sufrieron el pillaje sistemático y las casas de las ONGs, cuyos miembros las había abandonado antes obligados por sus superiores. Solo quedamos los misioneros.

-- ¿Sufrieron las consecuencias?

-- Nos robaron 30 coches -los más nuevos los vendieron--, se llevaron las motos, destruyeron los vehículos que no se pudieron llevar, atacaron la farmacia, el dispensario pediátrico, las casas de las hermanas franciscanas, de los padre espiritanos. Muchos habitantes huyeron al vecino Congo y otros se escondieron en las plantaciones. Gracias a ello se salvó la cosecha de estas plantaciones.

-- ¿Cuál es la situación actual?

-- Luego se calmó la situación e intentamos normalizar la vida. Junté a mis sacerdotes, a las monjas y a todo el personal durante un día y les pregunté "cómo os sentís", y cada uno contó lo que tenía dentro. Fue una ayuda muy grande. Y comenzamos a reírnos de una situación tan dura para poner en el consciente lo que estaba 'picando' en el inconsciente. Hicimos la misa juntos y nos oíamos. La situación actual está en una tensa espera, a ver qué pasa.

-- Pero ¿tendrán que convivir con el Seleka?

-- Creamos una comisión interconfesional con los pastores protestantes y de algunas sectas y fuimos a ver al comandante Abdhalah, un sudanés que solo obedece a sus superiores, no al gobierno, y con los imanes de las mezquitas más moderados pedimos permiso para abrir las escuelas y el centro de consulta para enfermos de sida terminal, construir la pediátrica y utilizar el camión. Nos lo dieron. A los 40 soldados del Seleka, que son odiados por todos, les pedimos que no robaran, ni violaran, ni nos dispararan. Y así fue. Comenzaron a llegar grupos y unos 1.500 niños, con sus uniformes llamativos y alegres, regresaron a las clases. Y sentimos la normalidad.

-- ¿Qué es lo prioritario?

-- Ahora mismo el problema no es reconstruir el país. El problema es cómo salir del atolladero; del agujero en donde el Seleka ha metido al país. El gobierno no gobierna. El país es inseguro. No existe liquidez. No recibe ayuda de otros países por estar señalado por el Tribunal Penal Internacional, por genocidio. Países que dan cheques para comprar a las figuras del fútbol mundial, también compran los kalashnikov que han sembrado de muertos la República Centroafricana.

-- ¿Cómo es la relación con los musulmanes?

-- Los musulmanes que viven una espiritualidad de paz y concordia, que viven el Corán, y de estos hay muchos en Bangassou, nos demuestran su solidaridad Algunos venían a saludarme y lloraban cuando me veían caminar a pie durante muchos kilómetros.

-- ¿Le ha apoyado a usted Córdoba?

-- Soy consciente de toda la ayuda y oración que he recibido de Córdoba. De la cantidad de personas que nos han ayudado a reconstruir lo que se ha destruido en Bangassou (el 50%). Y soy consciente de la corriente de simpatía que ésta ha provocado en Córdoba. Córdoba quiere a Bangassou y la apoya celebrando cenas, exposiciones, a través del Colegio Médico, del de Abogados, del Cabildo Catedralicio, las parroquias. Se ha abierto una cuenta en el Banco Popular para ayudar. Gracias por la oración y la ayuda.

-- Para los creyentes Dios está en todas partes ¿también está en Bangassou?

-- Dios está dormido allí, pero como en la barca. La palabra que ha salido de los labios de todos son: "Dios juzgará", "Dios es justo", "Dios vencerá". Dios al final no duerme. Ahora mismo nos están robando, violando a nuestras hijas, quemando nuestras casas. Ahora mismo estamos viviendo en un largo Viernes Santo. La esperanza está muy apagada, pero cuando la esperanza viene a menos queda la esperanza de volver a la esperanza. La gente nos da mucho ánimo, nos dicen "no os vayáis, al final Dios ganará".

-- ¿Qué le pide a los cordobeses?

-- Yo lo que pido siempre es contar las lágrimas de mi pueblo. Y pido oración a todos los cordobeses para que los nuevos dirigentes de Centroáfrica tengan discernimiento para que no sangren ni pisoteen a su pueblo. A los cordobeses, religiosos y a las monjas de clausura, oración. Sentimos la oración. Y agradecer a María José Raya y a Diario CORDOBA todo lo que nos están ayudando.

El martes se celebrará una misa de acción de gracias, donde Juan José Aguirre, obispo de Bangassou, explicará lo ocurrido en su diócesis. Será en la parroquia de San Nicolás, a las 20.30.