Es afable, cercano y gran conversador, aunque, quizá por los años en que ejerció la gestión dirigiendo centros docentes y la Delegación Provincial de Educación, suele embrollarse en un lenguaje administrativo un tanto farragoso que compensa a base de sonrisas y buena disposición. Y es que José Cosano Moyano (Fernán Núñez, 1945), que en mayo cumplirá su primer año como director de la Real Academia de Córdoba, es un hombre abierto al diálogo en el que se mezcla la prudencia con la imaginación. Dos cualidades con las que ha conseguido convertir la institución en un hervidero de ideas, algunas hechas ya realidad, y poner a trabajar a todo el mundo sin que nadie le proteste.

-A punto de cumplir su primer año al frente de la Academia, ¿qué balance hace?

-Un balance positivo. Han sido meses de mucha actividad y planificación. Apenas nos fuimos de vacaciones. En ese momento tomamos la determinación de que había que iniciar el curso antes, aunque la inauguración oficial fuera más tarde.

-Para ganar tiempo, ¿no?

-Sí, y para aprovechar la ilusión y la iniciativa de los miembros de esta junta rectora. Queremos instalar esta bicentenaria institución en el sitio que le corresponde y sumar con otros colectivos que hacen mucho por Córdoba.

-Su candidatura fue la única presentada, y el mismo Joaquín Criado, su antecesor, destacó que había sido la primera vez en 40 años que se producía una transición tranquila. Imagino que eso le facilitará la libertad de movimientos.

-Yo creo que en una institución con esta andadura la transición tiene que ser normal. Significa que entra un nuevo periodo, que hay que renovar las cosas. Lo que está claro es que a esta casa se accede por cooptación, y eso significa que los académicos y los cargos se eligen desde dentro por sus méritos.

-Perteneció a la junta rectora en los dos anteriores mandatos, primero como depositario y luego censor. ¿Varía mucho la perspectiva desde la dirección?

-Las responsabilidades son diferentes. Hay quien está en la primera línea de fuego, que es el director, y este tiene que tener un buen equipo que le acompañe para llevar a cabo las realizaciones. Aquí muchas tareas son administrativas y hay que entender un poco de todo sin ser especialistas en cada parcela. Pero el hecho de haber pasado por otros cargos te da un manejo y una visión más global. Al final las decisiones se toman colectivamente, es el pleno el que las aprueba.

-Nada más asumir el mandato, se propuso como objetivo «la vuelta a casa». ¿Qué perspectivas tiene la Academia de regresar a la calle Ambrosio de Morales?

-El tema es complejo. Las obras de la sede propiedad de la Academia, agotados los recursos procedentes de donaciones, están paralizadas; y el edificio contiguo, cedido en uso por el Ayuntamiento durante 75 años, está en estado ruinoso. Y la realidad es que la sostenibilidad de la Academia no puede distraer ni un céntimo de euro, puesto que se basa en subvenciones con objetivo finalista, es decir, para actividades concretas que luego hay que justificar. Nuestro principal quebradero de cabeza es ver cómo encontramos una solución. La Academia no se merece estar en la itinerancia, su sede debe ser un proyecto de ciudad, y nos vamos a dejar el pellejo en ello.

-Anunció que llamaría a todas las puertas. ¿Se le están abriendo?

-Yo creo que sí se van a abrir. Nuestros grandes pilares son la Junta de Andalucía, Diputación y Ayuntamiento, aparte de Prasa, Cajasur y Cajasol en otra consideración. En el caso de la sede municipal es el Ayuntamiento el que ha de solventar el problema. Y nosotros tenemos que colaborar. Podemos llegar a toda clase de entendimiento, la casa podría ser de utilización conjunta.

-¿Se refiere a que la sede de la Academia podría ser compatible con otros usos?

-Trabajamos para la ciudad de Córdoba y la provincia y, por tanto, tenemos que ser un foco de irradiación cultural para otros usos de nuestros edificios, los dos. O incluso desgajar una parte del edificio que nos cedió el Ayuntamiento por convenio, la que da a la calle de la Feria, para construir unas dependencias a las que el Consistorio pudiera dar un uso social. Estamos abiertos a cualquier fórmula, pero lo cierto es que estamos hablando de un proyecto de ciudad, porque el patrimonio de la Academia es también para Córdoba.

Se trata de un amplio patrimonio cultural, puesto a buen recaudo mientras persista el éxodo -aliviado gracias a la generosidad de la Universidad, en cuyo antiguo Rectorado se aloja provisionalmente la Academia-, que se encuentra a disposición de quien desee consultarlo, aunque está muy disperso. El campus de Rabanales ha acogido la biblioteca, incluida ya en el Catálogo Mezquita de la UCO y por tanto disponible para alumnos e investigadores. El archivo, junto con mobiliario, está depositado en el Archivo Municipal, y la colección Blanco Caro se halla expuesta en el Museo Arqueológico, mientras los museos municipales guardan las obras de arte. «Estamos muy agradecidos a las instituciones -señala José Cosano- y tranquilos porque se está dando un uso social a nuestras pertenencias».

-¿Aliviará las cosas que la Academia cree su propia fundación, como pretende?

-La iniciativa ya está en marcha, aunque somos cautelosos. Se ha solicitado crear una Fundación pro Real Academia de Córdoba de acuerdo a los requisitos que marca la Junta de Andalucía. Una vez que obtengamos respuesta, hay que seguir los pasos trazados por la legalidad. Porque, asesorados por prestigiosos académicos, hemos llegado a la conclusión de que se puede armonizar toda la legalidad vigente para dar a la Academia esa sostenibilidad que nos permita la vuelta a casa.

-¿Han dado ese paso otras academias?

-Actualmente todas las reales academias están dotándose de mecanismos que les permiten acogerse a donaciones que luego se pueden desgravar ante Hacienda. Nosotros vamos a un marco un poco más amplio en donde puede haber socios benefactores que nos ayuden a abordar la terminación de las obras.

-Desde que llegó usted a la dirección no ha parado.

-Yo digo que la juventud se localiza de cejas arriba, lo importante es tener ilusión. Esto se hace a base de trabajo, yo no le he pedido al equipo más que disposición y entrega, sin gratificación económica alguna a cambio, y esto a veces te quita el sueño. Es un legado de 200 años que tenemos que preservar para los que vengan después.

Por lo pronto, el calendario de actos del mes de abril está al completo: el ciclo La ciudad y sus legados históricos, que arranca con la Córdoba romana; la celebración del centenario del nacimiento de Manolete y las primeras Jornadas de Historia de la Real Academia en la Subbética. «Y mientras se planificaba todo esto se han celebrado, con el respaldo de Prasa, sesiones de la Tribuna Joven, donde los jóvenes valores de la escritura muestran su obra -añade el director-. Es verdad, yo no tengo más que puntos azules señalados en mi calendario pero es lo que hay, gracias también al patrocinio de entidades. Este año contamos por primera vez con la Fundación Cajasol, que patrocina el ciclo sobre el legado romano y el homenaje que haremos al grupo Cántico con una exposición de pinturas y esculturas de los académicos, piezas algunas de valor extraordinario. También rendiremos un homenaje a don José de la Torre y del Cerro».

-Recientemente los académicos han visitado el yacimiento arqueológico de Fuente Álamo y Puente Genil. ¿Va a ser más viajera la institución desde ahora?

-La presencia de la Academia es fundamental en la provincia, y así ha sido siempre. Y también en los colegios. Se están repartiendo 300 ejemplares de cada uno de los libros que editamos en centros de enseñanza Infantil y Primaria en colaboración con la Delegación de Educación. Queremos que nuestra labor conste en las bibliotecas escolares, y con mucho gusto estaremos los académicos en los centros explicando lo que es la Academia si se nos llama. Deseamos que esto llegue hasta la última tesela educativa, porque los estudiantes de ahora serán los que hereden nuestra institución.

-De colegios y enseñanza entiende mucho, fue catedrático de Geografía e Historia en el instituto Góngora, que dirigió, además de otros centros, y ha dedicado su vida a la educación. ¿Cómo definiría su pulso en Córdoba?

-Lo primero que necesitamos es no invadir los espacios educativos; los padres tienen un papel importante, y luego están el respeto, la dignidad, el reconocer la labor del profesor. Eso se consigue con diálogo y con coordinación. Yo le pido a los políticos que cuando hagan reformas escuchen a los protagonistas, y que sea una reforma pactada, porque no se puede estar cambiando el sistema cada vez que un partido llega al Gobierno.

-¿Qué recuerdos guarda de su experiencia como delegado provincial de Educación?

-Fueron seis años, desde 1994 al 2000, y me cogió toda la transformación de la Logse. Fue todo un reto en el que fuimos pioneros. Había que hacer muchos centros, sobre todo institutos, y eso exigía mucho dinero, y por tanto mucha imaginación. El rector Jover y esta persona que le habla supimos articular las acciones, porque la universidad no podía avanzar en Rabanales si allí seguían centros de Bachillerato y ciclos formativos, de modo que acordamos que esta construyera dos institutos, el Alhaken y el Gran Capitán, para entregarlos luego a la consejería, que le pagaría religiosamente. Y para la famosa iniciativa andaluza del Aula 2000 se tomó como modelo Santaella.

-Su última experiencia docente antes de jubilarse ha sido la coordinación provincial de la Cátedra Intergeneracional, que año tras año crece como la espuma en número de alumnos.

-Son alumnos muy motivados y hay que impartir las clases con mucha seriedad. A mí la experiencia me ha servido de mucho, he aprendido de mis alumnos.

Ha aprendido, dice, de sus alumnos mayores y de los jóvenes, porque José Cosano, quien aunque quería ser cirujano se hizo maestro, se define como «un animal docente», y considera haber ejercido la enseñanza «un privilegio, hasta el punto de que si pudiera volvería a clase». Como lo fue aprender de otros compañeros de más experiencia, figuras que hoy se recuerdan con reverencia como Luisa Revuelta, a quien ha dedicado un libro escrito junto a Antonio Cruz. «Vivía dos casas más arriba de Susi, entonces mi novia; pude frecuentarla y apreciar sus cualidades humanas -explica-. Esa comunicación con ella, como con otros grandes catedráticos, me ha servido de gran enseñanza».

-¿Cómo querría ser recordado?

-Yo no quiero méritos. Solo que se recuerde que mis dos pasiones fueron la educación y la Academia.