La plaza de Capuchinos, postal mundialmente conocida, quizás sea la de más belleza y encanto de Despeñaperros para abajo. En este hermoso rincón cordobés se cumple la máxima turística de las dos visiones: de día una, y de noche otra completamente diferente. Y es, generalmente, la silueta del Cristo, a la luz tenue de los faroles, la estampa que cautiva al visitante envolviéndolo en el misterio de la noche cordobesa. A pesar de los cambios urbanísticos y el progreso, se ha sabido estancar esta plaza en la Córdoba de la época, dotándola de un embrujo y personalidad únicos en la capital.

Pero, ¡ay!, en esta ciudad nuestra parece no importar la propia alma, ni la imagen que se dé al turista, al forastero y a nosotros mismos. Carecemos de celo --no todos, afortunadamente-- para cuidar y mimar nuestros rincones más emblemáticos, como este que nos ocupa. Cada recoveco de Córdoba se enmarca en un entorno diferente para sentirse orgulloso. Raro es el visitante que no se siente atrapado por el encanto de esta ciudad única.

Estos días el Cristo de Capuchinos ha sido noticia, pues dos de sus faroles han desaparecido, lo que indujo a los cordobeses a pensar en una gamberrada. El caso es que el Ayuntamiento ha estado al quite y pronto habrá faroles nuevos. El susto estaba justificado, porque en varias ocasiones la barbarie ha atacado con saña la escultura de Juan Navarro León.

En la primavera de 1960, el Ayuntamiento de la ciudad, ante el deterioro por corrosión de las potencias metálicas de la imagen, decide cambiarlas por otras nuevas, que le son sustraídas en agosto de 1981. Nuevamente reemplazadas, vuelven a "desaparecer" en enero del 2002.

Durante el mes de diciembre de 1978, en vísperas de la Navidad, los dos faroles frontales amanecen doblados hacia abajo. Pero la agresión más grave se produjo en julio de 1976 cuando amaneció el Cristo sin los ocho faroles. Los días que tardó el Ayuntamiento en reponerlos el Cristo de los Faroles perdió toda su identidad.

La coqueta plaza también ha sido blanco de pintadas en ambos muros laterales de la imagen, improvisado aparcamiento para toda clase de vehículos, delante y atrás de la cruz, e, incluso, en 1983 se anunció el carnaval con una enorme pancarta que cruzaba de lado a lado la entrada de la plaza.

El propio Rey Juan Carlos I, cuando era príncipe, recorrió esta plaza el 4 de diciembre de 1960 acompañado del entonces alcalde Antonio Cruz-Conde y del presidente de la Asociación de la Prensa de Córdoba, Francisco Quesada Chacón.