El martes se cumplirán quince días quince desde que la Junta de Andalucía no tiene en Córdoba delegado del Gobierno. Tampoco se sabe si el Consejo de Gobierno de esta semana ocupará por fin la vacante. El cese/renuncia de Rafi Crespín sin que se haya producido de momento su sustitución plantea varias hipótesis: bien que la operación fue en exceso precipitada, bien que el nombre de quien iba a sustituirla no estaba maduro, o bien que el nombre sugerido no ha concitado el respaldo necesario. Sea cual sea el escenario, parece evidente que el cese/renuncia de Crespín reabre las heridas del congreso provincial, que el PSOE celebró en Lucena el 21 de octubre y que evidenció la batalla entre dos familias dentro del oficialismo (nada que ver esta pugna con los sanchistas, sino entre los cercanos al nuevo secretario provincial y los del entorno de Crespín y la alcaldesa de Córdoba), y evidencia que se cerró en falso.

Es regla no escrita que los delegados del gobierno sean elegidos por los secretarios generales del partido en la provincia, aunque formalmente sea el Consejo de Gobierno quien después los nombre. Según fuentes del propio partido, el secretario provincial, Antonio Ruiz, habría puesto encima de la mesa tres candidatos para sustituir a la exalcaldesa de La Carlota, aunque solo uno de los nombres era el elegido. Trascendió apenas que sería mujer y que supondría una sorpresa, por lo que era de esperar que se estuviera barajando el nombre de alguien en la segunda fila de la política o con un perfil mediático bajo. María Jesús Serrano, que por cierto no tenía ese perfil pero también estuvo en las quinielas por otros cálculos, se autodescartó el domingo pasado. Después de contactar con muchos dirigentes del PSOE, y teniendo a favor la porosidad que en los secretos ejerce el paso del tiempo, se cerró el cerco en una parlamentaria andaluza de Encinas Reales: Sonia Ruiz. Ella era la elegida. El nombre empezó a circular, y algunos incluso dieron por hecho que había renunciado, argumento que fue acogido por los más cercanos a Antonio Ruiz como una maniobra para quemar a la candidata. Este periódico ha contactado con Sonia Ruiz, que aunque en un principio no quiso hacer declaraciones, terminó diciendo: «Yo no he renunciado a nada». Esta hermética respuesta --que no tuvo turno de réplica-- suscita la duda de si no ha renunciado porque no ha habido un ofrecimiento oficial, porque lo hay y se lo está pensando, o porque se haya pactado esa respuesta como salida y el PSOE se halle inmerso ahora en la búsqueda de un segundo nombre.

Lo que ha pasado desde el cese de Crespín hasta hoy no hubiera variado ni una coma si la elegida hubiera sido otra persona, porque el problema no estaba en el nombre (que paradójicamente, y según ha contrastado este medio con los muchos dirigentes del PSOE cordobés contactados, no genera rechazo), sino en la herida. El meollo de la elección del delegado del Gobierno está, por tanto, en el cierre en falso del cónclave de Lucena. Con esta maniobra, para unos se ha ido demasiado rápido en los equilibrios de poder interno tras la salida de Juan Pablo Durán y consideran precipitada la salida de Rafi Crespín, y para otros, demasiado lento.

Para colmo, la elección de secretarios en las agrupaciones de la capital (clave en la formación del futuro órgano de dirección de Córdoba) no ha hecho sino aderezar esta semana el menú del socialismo cordobés, dividido en la elección entre la carne y el pescado, y con el riesgo cierto de que el electorado, incapaz de distinguir si esa elección es de vida o muerte o un capricho del paladar, se aburra y cambie de cadena. Porque ese es el riesgo, que al final el desgaste de la brega interna no lleve a nada o, a lo peor, lleve al desapego. De las ocho agrupaciones, seis han elegido ya a sus secretarios: Poniente Sur (Miguel Franco), Sur (Alberto Mayoral), Poniente Norte/Figueroa (la asamblea más reñida proclamó a Paco Cuevas, por solo un voto de diferencia), Norte-Sierra/ Valdeolleros (José Antonio Romero), Levante (Juan Jesús García) y Periurbana Oeste (José Antonio Arenas). Solo faltan por hacerlo la agrupación centro, que se prevé vuelva a dirigir Rafael Morales, y Alcolea, con Rafael Zafra.

De la rapidez con que el PSOE sea capaz de taponar esta crisis depende el futuro a medio plazo de esta formación que, como todas, debe iniciar la carrera a los próximos comicios en la mejor forma interna posible y al menos con la tirita puesta en las heridas.