La maternidad es un hecho inherente al ser humano al que se puede llegar (si se llega) de muchas formas. Hay madres por convicción, madres por casualidad, madres por sorpresa o madres a la fuerza. Cada mujer que experimenta la magia de traer un hijo al mundo recorre el camino hacia esa meta al ritmo que la vida y los acontecimientos le marcan. En el día de las madres, ése que en Europa tiene origen religioso ligado a la veneración de la Virgen María, conviene rendir homenaje a las mujeres que han puesto su granito de arena para el mantenimiento de la especie y que, además, lo han hecho en solitario. Un reto al que solo cabe enfrentarse a porta gayola y para el que se requiere una dosis tan grande de valor como de amor.

Inmaculada Martínez

Inma tiene 25 años y un hijo de 8. La maternidad le sobrevino siendo aún una niña de 17 a la que le tocó decidir si quería seguir viviendo su vida en primera persona o empezar a conjugar los verbos en tercera. "No fue buscado, el padre se desentendió desde el primer momento, pero yo decidí tenerlo y es lo mejor que he hecho en mi vida". Lo tiene claro. Desde que dijo sí, su vida dio un vuelco. "Dejé mis estudios y me puse a trabajar, fue muy duro, de repente ya no puedes salir con tus amigas porque ya lo más importante no eres tú sino él". Aquello le hizo madurar. "No te queda otra, ves que aunque tú todavía seas una niña, hay un niño que depende de ti y eso te hace que saques fuerza donde no la tienes, que pongas buena cara aunque estés mala y que llegues cansada y te pongas a jugar con él". Su hijo ya empieza a preguntar por el padre. "Eso es lo más duro porque tienes que explicárselo adaptado al lenguaje de un niño e intentar no hacerle daño". Lo mejor de su caso es la energía que, a su edad, ha desplegado con su hijo y la estrecha relación que mantiene con él, muy protector con ella. "No me arrepiento de nada, con mirarle la carita, sé que ha valido la pena".

Estrella Vilches

El recorrido de Estrella ha sido justo el contrario que de Inmaculada. A ella la maternidad le llegó a los 40 años movida quizás por eso que llaman instinto maternal y después de un proceso de reflexión. "Siempre he querido ser madre", asegura, "desde muy joven tuve claro que quería tener un hijo, con o sin pareja, recuerdo que mi madre se llevaba las manos a la cabeza...". Estrella estudió Historia del Arte, trabajó en Madrid y en Sevilla y conoció a varios hombres con quienes, por circunstancias, nunca pudo plantearse dar el paso. Con 39 años, se quedó en paro y decidió volver a Córdoba. "En ese momento, ante la premura de que el arroz se me pasaba y que eso no tenía vuelta atrás, decidí aprovechar la coyuntura de tener cerca a la familia, a mis siete hermanos y mis padres, para cumplir mi sueño". Antes de hacerlo, consultó, meditó y reflexionó largo y tendido porque no quería cumplir ese sueño a costa de la felicidad de otra persona. "Se plantean muchos miedos, muchas dudas de todo tipo no solo por ser madre soltera sino por la edad, desde la estabilidad económica a si estás preparada para esa responsabilidad o qué ocurriría si a ti te pasa algo". Cuestiones que quizás nadie piensa cuando tiene un hijo con su pareja. Finalmente, se embarcó en la inseminación artificial de un donante anónimo a través de un banco de semen. Hoy tiene una niña de dos años, Cloe. "Me quedé embarazada a la primera", recuerda al tiempo que reconoce que la maternidad es dura, que ya no duermes más a pierna suelta y que, al estar sola, no te queda otra "que estar siempre al pie del cañón". Incluso cuando el bebé sufre un cólico del lactante que no te deja descansar durante meses. No se arrepiente de su decisión. "Fue una niña muy deseada", afirma. Aún muy pequeña, pero Estrella ya se prepara para cuando tenga que responder a la gran pregunta: ¿Quién es mi padre? Confía en que no eche de menos algo que nunca ha tenido y que ella intenta suplir con grandes dosis de cariño. "De momento, afronto las situaciones como van llegando", explica, "ya veremos el futuro". No descarta tener pareja. "He estado un tiempo focalizada en el trabajo y en mi hija, pero ahora ya he cambiado el chip", bromea. Mientras tanto, su prioridad es "criar a una niña feliz".

Mari Ortiz

La historia de Mari (Colombia, 59 años) es la de otra madre coraje que ha criado a dos hijas que ahora tienen 38 y 36 años, a un hijo de 28 y un nieto que ya ha cumplido los 17 y que es su ojito derecho. "Tuve a mis niños joven con el que fue mi pareja en Colombia durante 15 años". No lo pensó mucho. "La verdad, yo no tenía miedo de ser madre, para mí es la cosa más natural tener hijos", dice convencida. Cuando el menor tenía dos años, se separó de él, dejó a sus hijos con una hermana y se vino a España a buscar trabajo. Luego fueron viniendo uno a uno. Primero el pequeño y después las mayores. Para sacarlos a todos adelante, ha trabajado a destajo, día y noche, laborables y festivos. "Hasta que crecieron y ellos tuvieron un empleo, limpiaba bloques de lunes a viernes y sábado y domingo en un restaurante", explica, "su papá no sirvió para nada así que comida, alquiler, estudios de las que se quedaron en Colombia y a las que les mandaba dinero hasta que vinieron, todo salió de mí, pero igual te digo que gracias a Dios no me ha hecho falta nadie, se puede salir adelante si uno se organiza, es mejor estar sola que mal acompañada", asegura sin dudar, "igual tenía que haberlo dejado a él antes".