Durante más de un siglo, España fue tierra de emigrantes. Por diferentes causas, fueron muchos los españoles que dejaron atrás su lugar de origen para buscar una nueva vida. Esa situación tornó a finales del siglo XX y principios del XXI, cuando las salidas se frenaron y empezaron las llegadas. En unos quince años, España pasó de la inexperiencia en materia de inmigración a convertirse por la vía rápida en uno de los países con mayor proporción de población extranjera. Eran años de bonanza en los que llegar a España se veía como un sueño, una aspiración que se dio de bruces con la realidad cuando en el año 2008 estalló la crisis económica. CÓRDOBA vuelve ahora la mirada hacia aquellas personas que vivieron la crisis y han luchado por superarla.

Los datos hablan por sí mismos. En el caso de Córdoba, en el año 2005 la población crecía gracias a los extranjeros. De los 4.187 nuevos cordobeses, sólo 700 eran de nacionalidad española, mientras que los 3.487 restantes procedían del resto del mundo. Con datos de abril del 2017 sobre la mesa, el contraste es evidente. Solo el 2,5% de la población de Córdoba es extranjera y el número de visitantes que se empadronan en la provincia continúa descendiendo. Si en el 2016 había 20.388 extranjeros, ahora residen 649 menos, es decir, 19.739. Por países de origen, Rumanía sigue llevándose la palma, seguido de los provenientes de Marruecos, China, Colombia o Ecuador.

La situación de crisis ha provocado que en los últimos diez años haya descendido el número de extranjeros en Córdoba. Ramona Jianu, mediadora intercultural en el programa de inmigrantes de Cruz Roja, destaca que el principal motivo es el laboral. «Las condiciones de trabajo para este colectivo han empeorado y son personas que se dejan apretar más porque, por sus circunstancias, no pueden perder su empleo». Sueldos más bajos, más horas o ausencia de un contrato son algunos de los extremos que denuncian desde Cruz Roja. No obstante, pese a que las expectativas de vida de muchos inmigrantes no se han cumplido, el 57% de ellos tiene intención de permanecer en España. La clave, aseguran desde Cruz Roja, la integración de la que disfrutan.