«Decidimos hacer una asamblea general de barrio y llegar al compromiso de que, aquí, las armas de fuego sobran». En estos términos explica Antonio Fernández, vicepresidente de la asociación vecinal Unión y Esperanza, la determinación adoptada hace tres meses en Las Palmeras, después de que se registrara una nueva reyerta. Optaron por intentar frenar la violencia mediante la creación del «grupo de garantía de seguridad en el barrio», que está integrado por nueve personas, sobre las que detalla que «somos la máxima representación de las distintas familias» en un barrio en el que «más del 70% de las que vivimos tenemos miembros dentro del resto».

Su labor consiste en dialogar con los vecinos e intentar «por todos los medios» evitar los problemas. En cuanto al resultado que está logrando esta iniciativa, Antonio Fernández comenta que «está funcionando relativamente bien y se han erradicado mucho tanto la violencia como los robos».

En esta línea, hace referencia al último tiroteo registrado en Las Palmeras, precisando que se ha debido a un problema de una familia con otras personas de fuera del barrio y matizando que «los afectados quisieron venir a pedir cuentas y se formó un poco de revuelo». No obstante, añade que «las familias de dentro que tuvieron ese problema ya no están en el barrio, era una de las condiciones del grupo de seguridad, que aquellos que alteraran el orden más allá de lo normal se tendrían que marchar para no seguir creando conflictos».

Este representante vecinal indica que la violencia con armas de fuego «se tiene que erradicar», aunque también admite que «en estos barrios la tensión y los nervios están a flor de piel, porque yo me acuesto esta noche y no sé qué puedo darle de cenar a mis hijos, y me levanto con la misma preocupación. Aquí la situación es bastante mala en el sentido laboral y económico». De este modo, hace alusión al plan integral impulsado por los colectivos para la transformación social de Las Palmeras y subraya que «estamos pidiendo que la ciudad se integre en el barrio y que el barrio se integre en la ciudad, ser ciudadanos», por lo que también entiende que «el exterior nos tiene que dar la posibilidad de abrir un poco sus puertas, que nos reciban y nos conozcan». Una de las iniciativas contempladas en el proyecto es la construcción de un parque y un anfiteatro -que sirva de centro social y cultural- en la «plaza de la Concordia», un espacio de la calle Sierra Morena que se conoce así entre los vecinos por ser donde solucionan sus diferencias.