Las enfermeras de la consulta de nutrición del hospital universitario Reina Sofía están potenciando la realización del test de disfagia en pacientes con problemas para deglutir los alimentos líquidos o sólidos, un trastorno frecuente en personas con alzheimer u otras enfermedades neurodegenerativas o que han sufrido un accidente cerebrovascular, entre otras patologías. Este procedimiento pretende conocer si el paciente tolera con normalidad los alimentos tras haber sufrido episodios de atragantamiento a fin de conseguir una deglución eficaz y segura. En esta misma línea, también permite valorar el grado de dificultad para la alimentación y así poner un tratamiento nutricional para prevenir las complicaciones de la disfagia.

Esta prueba se realiza habitualmente en atención primaria y en estos momentos se está fomentado su uso en el hospital Reina Sofía por sus múltiples ventajas. En el caso de este complejo sanitario, se lleva a cabo fundamentalmente en pacientes hospitalizados que en la mayoría de las ocasiones han sido derivados desde Medicina Interna, Neurología y Endocrinología.

Las consecuencias más graves de la disfagia son las bronco-aspiraciones. La presencia de un cuerpo extraño en la vía aérea puede ocasionar infecciones respiratorias de repetición hasta que se producen neumonías por aspiración.