Una plaza más accesible, más peatonal, más moderna y más habitable. Así se mostraba el 17 de marzo de este mismo año San Agustín después de la reforma a la que había sido sometida, con un presupuesto 561.741 euros y con el objetivo de revitalizar la zona de la Axerquía Norte. La alfombra de chino blanco dispuesta en cuadros con distintos motivos decorativos y rodeada de mármol de Sierra Elvira y de espacios de jardín destacaba una vez en el lugar. Ahora, cuando han pasado solo cinco meses desde la inauguración de la obra, hay un elemento que distorsiona el equilibrio de la plaza, y es el estado en el que se encuentran las flores, que están marchitas.

Desde el Área de Infraestructuras del Ayuntamiento, concretamente desde el departamento de Parques y Jardines, señalaron ayer que las flores son de temporada y que se van a sustituir por otras. No obstante, indicaron que «se están estudiando medidas para conseguir preservar las plantas que, por estar en el suelo, son más vulnerables».

La demolición del perímetro de la plaza, que ha rebajado su cota, y los viales (a excepción del sur, por donde siguen circulando vehículos) ha transformado radicalmente la imagen de San Agustín. La arquitecta de la obra, Carmina Sánchez Ortiz, expresó el día de la inauguración su satisfacción por los resultados y destacó «la implicación vecinal» que ha habido en todo el proceso. Esta arquitecta fue también la autora de la reforma de la plaza de Emilio Luque.

En la actuación, el busto del compositor Ramón Medina se cambió de lugar respecto al originario y se soterraron los contenedores, además de eliminar los aparcamientos. El objetivo de la remodelación de esta plaza, que tiene 504 años de antigüedad, era conseguir un entorno que atraiga visitantes a la zona, no solo en Carnaval o Semana Santa.