Frente a la deslumbrante protagonismo de lo vegetal en los patios, lo animal, lógicamente, queda en muy segundo plano. Y no se trata de esos animalitos de dos piernas, con perdón, que entre despistes se llevan por delante más de una maceta. Son esas mascotas que evocan aquellos tiempos de trinos, maullidos y críos jugando con las tortugas en los arriates de las casas de muchos. Vida del pasado que tienen un pequeño sitio en los patios actuales. Por ejemplo, como los galápagos de Maese Luis 9 y que son lo que más atraen la atención de los niños. Algo parecido a la tortuga Pepa (en Martín de Roa 2) o a la que aún no se le ha dado nombre en Pozanco 21... ¡A pesar de su medio siglo de vida! Pero qué me dicen del pez junto a la rosa de jericó en Palma 3, el agaporni de Mariano Amaya 4 o el loro que más que hablar chifla a pleno pulmón en San Juan de Palomares 8...

Y por supuesto, ahí están los canarios (los polluelos de Céspedes 10 fueron toda una atracción hace dos años) y los gatos, que en los patios sí que son compatibles. Eso sí, los lindos mininos, cuando hay bulla en un recinto, bien que se esconden.