NACIO EN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA EN 1947.

TRAYECTORIA JESUITA DE ESPIRITU CRITICO FORJADO EN LA LUCHA SOCIAL, VIVIO DE CERCA LA GUERRA DE EL SALVADOR Y DESDE HACE AÑO Y MEDIO ES RESPONSABLE EN NADOR DE LA PASTORAL DE MIGRACIONES DEL ARZOBISPADO DE TANGER.

Esteban Velázquez, jesuíta comprometido con los derechos humanos, estuvo ayer en la Universidad Loyola Andalucía, donde compartió con los alumnos su experiencia en la frontera y expuso la situación en que viven los inmigrantes africanos que intentan llegar a Europa.

--Lleva año y medio siendo testigo directo del drama de la emigración en la frontera con Melilla. ¿Cómo llegan a Marruecos los emigrantes subsaharianos?

--La mayoría llegan por Argelia porque no existe frontera reconocida con Marruecos y les es más fácil entrar, pero también vienen personas desde Mauritania. La situación humana de una precariedad muy grande, de pura supervivencia. En el monte Gurugú, donde yo me encuentro, y en otros montes de Nador, subsisten casi sin nada porque son muy resistentes físicamente. Los inviernos son muy duros y solo cuentan con lo que les damos nosotros, un plástico, una manta y medicamentos. Es casi un milagro que vivan meses y años con la limosna de alimentos y agua que reciben.

--Cuando inician el camino, ¿saben de los obstáculos que deberán afrontar?

--Sí. No todos tienen el mismo grado de conciencia, pero esa imagen del emigrante engañado no es real, pero en ellos prima su decisión firme de salir de su infierno, de la infravida, saben que en ellos está depositada la esperanza de toda su familia y de su comunidad y se lanzan a un viaje sin retorno.

--Lo que les espera, ¿no es peor que lo que tienen allí?

--En absoluto. Por mucha crisis que haya en Europa, la gran crisis es la del 80% de la humanidad. Lo que van a vivir siempre será mucho mejor que lo que tenían. Por eso, la crisis europea no puede justificar la insolidaridad del Norte con el Sur ni tampoco un apartheid . En otro tiempo, en Europa sobraban los judíos y los comunistas, ahora parecen sobrar los inmigrantes. En ningún sentido, la exclusión social está justificada.

--Muchos intentan saltar la valla y vuelven a Nador. ¿Qué trato reciben de las fuerzas del orden en la frontera?

--Algunos cuentan que han llegado a la parte española y han sido devueltos por la Guardia Civil, lo que se llama devoluciones en caliente. Otros hablan de la dureza del trato de las fuerzas auxiliares marroquíes, también he visto a personas que han perdido un ojo por la acción de la Guardia Civil. Tras cada intento de salto de valla, el hospital de Nador es un espectáculo dantesco y eso se agrava porque después de las curas inmediatas, van a comisaría y se trasladan masivamente a Rabat en condiciones infrauhumanas. La situación es tan grave que Cáritas Rabat se ha visto obligada a cerrar.

--¿Qué demandan a los gobiernos de España y Marruecos?

--Exigimos que en la próxima cubre hispanomarroquí no solo esté presente la preocupación obsesiva por frenar las inmigraciones sino que España actúe ante las devoluciones en caliente --que, todo indica, son ilegales-- y que Marruecos revise la actuación de sus fuerzas auxiliares y los desplazamientos forzosos a Rabat. Yo he realizado otra petición más a la UE, la presencia de observadores de derechos humanos a ambos lados de la frontera. Si no hay nada que ocultar, por qué ese temor a que haya observadores.

--¿Se pueden proteger las fronteras sin dañar derechos humanos?

--Debe ser posible en un estado de derecho. Es verdad que no es fácil, pero las legislaciones de los estados soberanos no pueden permitir que un derecho vaya en detrimento de otro. Está en juego el derecho mundial al desarrollo y al libre tránsito. Tiene que haber una forma de transición hacia un gobierno democrático mundial, que es el gran desafío de la humanidad.

--¿Se ha quedado corto el Gobierno de España al pedir responsabilidades por las 15 muertes en Ceuta?

--El proceso judicial no está decidido, pero me conformaría con que una vez definidas las sanciones judiciales, las medidas del gobierno español fueran radicales. Estoy a la espera.

--¿Qué papel debe tener la sociedad civil en este tema?

--La ciudadanía debe ser autocrítica y apoyar un gran cambio por la democratización del desarrollo a todos los niveles. Igual que pedimos el 0,7% a los gobiernos, por qué no deducir el 0,7% de las nóminas. La sociedad civil debe autoeducarse y entender que hacer justicia tendrá un coste en su bienestar. Sin una ciudadanía educada en una solidaridad contra sus propios intereses y deseos de consumo, no hay solución. Esto es un problema de justicia con Africa, hace falta un plan Marshall, una actuación de emergencia de justicia internacional.

--El Papa Francisco lanzó un mensaje en Lampedusa que no parece haber sido refrendado con contundencia por la Conferencia Episcopal. ¿Sienten ustedes el respaldo de su Iglesia al otro lado de la frontera?

--Yo siento el apoyo de mi arzobispo de Tánger, que respalda con su discurso una postura coherente y crítica, también el del Papa. Sus palabras en Lampedusa sobre la globalización de la indiferencia y la vergüenza de Europa, hayan tenido o no efecto político, son un refuerzo para quienes trabajamos en las fronteras y ninguna conferencia episcopal está por encima del Papa. Pero la iglesia también es la Conferencia Episcopal y, por lo que a mí me llega, no veo una toma de postura tan clara.

--¿Espera cambios tras el relevo del cardenal Rouco Varela?

--Hay cierta expectativa, pero no me quiero hacer falsas ilusiones. Mi esperanza no está en la conferencia episcopal como, a nivel político, no está en los gobernantes sino en la sociedad y en la iglesia de base. Debemos aprovechar la coyuntura favorable del Papa Francisco para pedir una mayor democratización de la iglesia. Hace falta una auténtica revolución de su organigrama interno y en sus vías de participación.

--Hábleme del nuevo proyecto de Formación Profesional Baraka con la Fundación ETEA.

--Se trata de un centro de formación profesional cuyo objetivo es la creación de empleo en un área de gran potencial turístico que será una experiencia piloto mezcla de inserción laboral y labor humanitaria y que tiene el apoyo económico y de voluntariado de la Fundación ETEA.