Se cumplen 25 años de la creación de la fundación Farmamundi, los Farmacéuticos sin Fronteras, valga el símil, que discretamente en este tiempo han invertido 100 millones de euros en 388 proyectos de apoyo (sin contar intervenciones de emergencia) de los que se han llegado a beneficiar 17 millones de seres humanos en el planeta. Su coordinadora en Córdoba es Carmen Guisado, que recientemente ha asumido la coordinación institucional en Andalucía, lo que incluye la relación con los colegios oficiales de farmacéuticos.

-Para saber bien de lo que hablamos, defíname en pocas palabras qué es Farmamundi.

-Pues actualmente somos la primera organización no gubernamental en España exclusivamente en el campo de la salud. Así de claro.

-Pues otros suenan más.

-Sí, suenan más, pero lo mismo no llegan con la misma eficacia. Por supuesto, toda ayuda es poca y nadie sobra, pero ahí están las cifras del trabajo que hacemos. Quizá no hemos hecho bien al estar tan pendientes de nuestros objetivos y olvidarnos de darnos a conocer, por una falsa sensación de que dispersamos los esfuerzos si comunicamos todo lo que hacemos.

-Pues cuente... comunique, ¿cómo se estructura Farmamundi?

-(Ríe) Hemos llegado en los últimos meses a más de 91.000 personas a Nicaragua, Haití, República Dominicana, El Salvador, Perú, Siria, Líbano, Palestina… Y todo está documentado hasta el último detalle. Francamente, nos estamos profesionalizando y especializando después de 25 años y nos hemos dividido en áreas: está la de Cooperación al desarrollo, Educación para el desarrollo y el área de Ayuda logística. Sobre esta última, hay que recordar que Farmamundi es puerto desde hace dos años que recibimos la autorización, y para todo lo que pase estamos dispuestos a cargar contenedores. Sin ir más lejos, hemos estado en el dispositivo de la llegada del Aquarius. Algunos me dicen: «¿Por qué trabajar fuera de España y no aquí?» Bueno, yo siempre digo que ojalá no tengamos que trabajar aquí. Eso sería malo... muy malo. Me acuerdo que lo hicimos con el terremoto de Lorca. Y lo peor es que cada vez se nos está necesitando más dentro de España, lo que viene a decir que hay cosas a las que no llegan las administraciones.

-Por lo visto, en 72 horas son capaces de llegar a cualquier parte del mundo.

-Sí, con un hospital MT2 homologado por la UE estamos en 72 horas en cualquier parte del mundo con alimentos, medicinas, elementos de depuración de agua... El área de logística es fántástica, con Guillermo al frente, que es un crack.

-Pero no trabajan solamente en emergencias internacionales y en proyectos en el extranjero, También tienen campañas para educar en los colegios de aquí. ¿Somos ‘obesos farmacológicos’?

-Sí, estamos con un proyecto amplio de educación porque no nos damos cuenta de que, desgraciadamente, aquí hay un uso y abuso del medicamento. Estamos polimedicados mientras que en otros sitios mueren sin el fármaco más simple. Como dice, somos obesos farmacológicos. El 80% de los medicamentos que producimos en Europa son para consumo propio, una cantidad ingente, mientras que en otras zonas del mundo no tienen acceso a esos fármacos. Muchos se salvarían con una dosis mínima del más cotidiano y barato medicamento. Pero si no hay... Y si queremos concienciar de esa situación, tenemos que empezar en edades muy tempranas, que se sepa antes los riesgos y vayan conociendo la situación.

-El curso pasado ya tuvieron un proyecto en ese sentido encentros educativos de Córdoba, y tampoco era el primer año.

-Fue un éxito, con unas jornadas que tuvieron mucha repercusión. Y queremos que tenga continuidad. Por ahora no se puede adelantar detalles del programa próximo, pero, en otro ámbito, entre octubre y noviembre vamos a tener unas jornadas en la Universidad de Córdoba, que ha aprobado el departamento de cooperación, sobre el Atlas del Medicamento, en el que se ve dónde se produce un medicamento, a dónde llega y cómo se distribuye. Es sorprendente lo que se descubre. Vamos a empezar con los fármacos para el VIH. No se sabe cuántas personas mueren en Mali o en el Congo por sida. Empezamos también con este medicamento porque hay que alertar a la población nacional del repunte de los contagios.

-¿Y cómo se colabora con Farmamundi?

-Pues precisamente, uno de mis cometidos en Andalucía son las relaciones institucionales, y no solo con las administraciones. Hay muchas empresas con responsabilidad corporativa que cuando nos conocen se sorprenden de todo lo que hacemos.

-Pero habrá que luchar contra el daño que han hecho algunas organizaciones de cooperación a la imagen de todas.

-Cuando saltaron los problemas de una organización que no quiero citar, a mí me molestaba. Me dolía. Sobre todo porque nuestros datos están ahí, contrastados y verificados por la Agencia del Medicamento, la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Economía, el Ministerio de Exteriores y Cooperación, los propios países de destino de los programas… Y además pasamos auditorías que pagamos nosotros. Por eso nos duele aún más ese ambiente de descrédito, precisamente en una época en la que estamos haciendo más para que se nos conozca.

-Volvamos a las formas de colaborar, más allá del nivel institucional. ¿Y si quiere hacerlo un particular?

-Pues haciéndose socio, con aportaciones económica, haciéndose voluntario, participando en proyectos… Pero ya los tiempos de donar medicamentos en sí, además de que está prohibido, han pasado… No por costes de almacenamiento y distribución o eficacia, sino por una sencilla razón: la trazabilidad. No puede asegurarse que ese fármaco ha sido conservado con garantías en todo momento. Hay que ser muy responsable con los medicamentos y jamás correr el riesgo de poder intoxicar a una persona o tratarla con una sustancia que ya no sirve para su enfermedad y agravarle la patología. Estamos hablando de salud. Pero, y es otro ejemplo, distribuimos en farmacias unas gominolas con forma de ositos, que están buenísimas, a mí me gustan al menos (ríe) y ni tienen gluten o azúcar… cuestan un euro y… ¡no se puede hacer una idea de la cantidad de cosas que podemos hacer con ese euro!

-¿Y chocan con los colegios farmacéuticos de vez en cuando?

-Hombre, yo con respecto al Colegio de Farmacéuticos de Córdoba, lo que debo decir es que el presidente, con todo su equipo, está siempre dispuesto. De hecho, hemos firmado un acuerdo este año para un fondo de ayuda humanitaria.

-A título personal, usted es profesora y además está comprometida con Cáritas, el mundo cofrade… Parece demostrar que la inquietud por ayudar a los demás tiene siempre más de una vertiente.

-A mí me dicen que de dónde saco el tiempo. Pero soy cristiana, lo vivo y… bueno, soy directora de Cáritas de la parroquia del Sagrario, donde, por ejemplo, asistimos a más de 20 familias. Cuando termina el día, esa satisfacción de haber hecho mucho no tiene precio. ¡Qué conste que yo no soy buena persona! (Ríe) Pero es que en esta sociedad que nos ha tocado vivir, si no estamos para los demás… ¿Para qué estamos?