Andrés Colodrero cogió la maleta en marzo de 2008 rumbo a Islandia y desde entonces reside en aquel país. Este cordobés, de 44 años, es licenciado en Química y posteriormente hizo Informática, pero las opciones que le ofrecía el mercado laboral en España no cumplían con sus expectativas. Tras un corto periodo de tiempo en Madrid, trabajó seis años en Sevilla como programador, pero la inestabilidad del empleo y el sueldo de poco más que mileurista le hizo dar el salto. En Reikiavik trabaja en un banco como ingeniero de software desde hace casi nueve años y se encuentra plenamente asentado en el país, donde la tasa de paro no llega ni al 3% de la población. Casado con una islandesa y padre de cuatro hijos de entre seis años y quince meses, afirma que por el momento no se plantea su vuelta a España. «¿Quién me va a ofrecer en mi país la estabilidad laboral y calidad de vida que tengo aquí?», se plantea Andrés, a sabiendas de que es una quimera.