El concurso de agrupaciones vivió su particular noche de cuhillos largos, uno de los momentos más esperados tanto por las agrupaciones como por los aficionados de la fiesta popular. Esa expectación se sintió en el público presente en el Gran Teatro, que completó tres cuartas partes del aforo.

La última semifinal comenzó con la chirigota de José Vacas El día que yo me jarte . Con la presencia de la alcaldesa, Isabel Ambrosio, en el palco de autoridades, la agrupación interpretó un repertorio marcado por la suavidad de sus voces combinada con la fuerza de su crítica, como hicieron en su primer pasodoble hacia aquellos "aficionados" que, a través de las redes sociales, despotrican los meses de ensayo de las agrupaciones. Su segundo pasodoble fue un canto en favor del trabajo de las madres en una familia. Su tanda de cuplés y los puntos de su popurrí sacaron las primeras risas del respetable. Le secundó la comparsa de Peñarroya Los don nadie . Una vez más, Rubén Corviño demostró su maestría con la guitarra. A ello hay que sumarle la potencia vocal del grupo, que mostró su postura sobre la problemática de la anorexia en las mujeres jóvenes. Otra chirigota, Sin reglas , reivindicó el prestigio del carnaval cordobés con un pasodoble tragicómico. Completaron su actuación con dos cuplés animados. El ecuador de la función lo puso la chirgota Los comecocos , que agradecieron el cariño que les presta Córdoba cada año.

La segunda parte de la función comenzó con una de las agrupaciones que más expectación ha generado en este concurso: la comparsa pozoalbense La incorruptible . Desde la trinchera de su redacción, este grupo interpretó dos pasodobles de crítica profunda pero escritos con mucho tacto y exquisitez. En cuanto a su temática, el primero sobre la problemática de los refugiados, mientras que en el segundo recordaron el maltrato. En dicha letra, combinaron algunas frases del mítico pasodoble Con permiso buenas tardes , de Antonio Martínez Ares.

La chirigota Los Rodríguez , pusieron la emotividad con un homenaje a la madre de su autor, Julio Orcas, operada recientemente de un cáncer. Buena segunda parte de su repertorio, quevolvió a sacar las risas de los espectadores. La recta final de la función corrió a cargo de La Bacía , que tuvo un buen gusto en sus pasodobles, sobre todo en su poesía a Córdoba, y en la interpretación de su tipo de "barberos justicieros", mientras que la chirigota Metálica mostró buenos puntos de humor tanto en sus cuplés como en el popurrí, pero antes rindió tributo a los autores de comparsas Pablo Castilla y Miguel Amate.