Este historiador, jesuita y escritor de éxito, nacido en Bilbao en 1942, premio nacional de Historia en el 2008 y autor de obras convertidas en manual de cabecera como Breve historia de España, se adentra ahora en un viaje sentimental al corazón de la nación en un libro de 900 páginas, editado bellamente por Arzalia, al que ha dedicado todas sus energías y que no deja indiferente a nadie.

-Un conocedor de la historia de España como usted realiza en este libro un viaje sentimental y emocional por el país, ¿era algo que necesitaba? ¿Cómo se lo plantea?

-Yo, que en historia he tocado todos los palos, he hecho historia de la iglesia, historia de España a través de distintos soportes, desde el arte, desde la literatura, la pura historia de España, España desde el pensamiento, España desde las ciudades… pues tenía ganas de emocionarme también con el paisaje, tenía ganas de transmitir a los españoles cómo en buena medida la conciencia de patria se forma también viendo la belleza de los caminos, viendo la hermosura de las ciudades españolas. Y este viaje al corazón de España es también el viaje a la conciencia nacional de los españoles, es el que trata de fomentar lo que yo vengo llamando patriotismo cultural. ¿Y qué quiere decir esto? Pues que más allá de la adhesión a un país, a una nación, más allá de la adhesión a España porque nos garantiza unos derechos y libertades individuales, también sentimos España y nos vinculamos y emocionamos con España porque es una superpotencia cultural, es una superpotencia literaria. Ese patriotismo cultural es importante para la cohesión de los ciudadanos y está basado en un patrimonio, que se describe en este libro, del que pudiera uno sentirse orgulloso, es decir, a través de las manifestaciones literarias y artísticas los españoles conformamos también la existencia de una personalidad nacional. Este viaje me ofrecía todas esas posibilidades, y yo le canto a una España en su belleza, yo canto al paisaje español, a lo artístico y literario.

-Ha recorrido todas las provincias, y descubre una España diversa y plural, ¿qué nos une?

-Nos une, en primer lugar, la historia, en la cual hemos pasado siglos tratando de superar divisiones, incluso por las barreras geográficas. Los hombres del siglo XVIII decían que los caminos construyen la nación. Y saludamos cómo todas las regiones españolas están ya comunicadas perfectamente. Nos une una lengua bellísima, trasplantada también al otro lado del océano, que hablan ya 600 millones de habitantes. Nos une un destino común en defensa de unos principios y valores que configuran también esa España realizada en distintos momentos del Imperio, tras la configuración nacional del siglo XIX. Y nos une también una misma religión, y la gran cultura romana, que se asienta de forma prodigiosa en Andalucía, es también la que se asienta en España. Somos romanos en tanto que hablamos un latín mal hablado. También nos une el derecho romano… Es muchísimo lo que nos une, pero muchas veces hemos tratado de afirmar las singularidades, las diferencias, los sentimientos regionales más que los sentimientos nacionales.

-Pues hay quien quiere separarse de España a pesar de todo, ¿es posible encauzar el conflicto catalán?

-Es difícil cuando entran por medio las vísceras, los sentimientos. Pero hay que decir que nunca en la historia de España se ha producido una impugnación de la idea de España. No se ha negado España, ha habido distintas ideas de España que han llevado a enfrentarnos en conflictos civiles de gran envergadura, como en las guerras carlistas, pero nunca, ni en la guerra civil del 36 al 39, nadie negó el hecho de que España existiera. Y es ahora cuando se produce por primera vez esa impugnación.

-¿Y cómo se forma esa conciencia nacional?

-Creo que es importantísimo amar los pueblos, las ciudades. Y eso se hace, como a mí me lo hicieron desde niño. Si las familias católicas, religiosas, tratan de introducir hábitos de piedad en los niños y adolescentes, pues lo mismo habría que hacer en crear una adhesión emocional a su patria. Y en este libro yo hago eso.

-¿Cuál es su referencia personal con Córdoba?

-Hemos ido muchas veces a una casa, que se llama la Huerta de los Arcos, donde pasábamos buena parte en mayo, una finca de una persona que tenía una gran vinculación conmigo, Regina Soltura. Esta persona fue retratada, además, por Romero de Torres y la retrata, junto a su madre, en Neguri, la zona residencial de Vizcaya, en el pueblo de Getxo, pero haciendo creer que es Córdoba, pues tras las dos mujeres aparece la finca de la Huerta de los Arcos. Romero de Torres se pone de moda entre la burguesía a través del encargo que le hizo esta familia de Vizcaya. Y en Córdoba he estado muchas veces, me he emocionado con la Semana Santa, y sigo haciendo viajes a la ciudad y a fincas de amigos en la provincia.

-¿Y cuál es para usted la esencia de esta ciudad?

-Bueno, yo creo que Córdoba es un ejemplo de ese mestizaje que se da en España. Cuando se buscan, como ahora, las identidades y las purezas, yo creo que por el contrario la cultura es contagio, es préstamo, es mestizaje… y desde ese punto, Córdoba es la expresión admirable del mestizaje de culturas, la cristiana, la musulmana y la judía.

-En el capítulo que dedica a Córdoba admite que poco queda en ella de la cultura latina. Un conocido arqueólogo de Córdoba reivindica devolver la imagen romana a la ciudad.

-Por supuesto que sí, somos esencialmente romanos. He viajado por España con un importante latinista de fama mundial y él habla de los españoles romanos. Felicito a esa persona que usted me cita porque realmente la gran tradición que nos ha quedado, más allá de la árabe, es la romana. Nosotros somos romanos y los andaluces son romanos, tienen emperadores, poetas, filósofos… Me emociono con esta región, que no tiene la nacionalidad histórica como tienen otras, pero más historia que Andalucía no la tiene ninguna otra región ni provincia de España.

-La Mezquita es nuestra joya. Usted señala en el libro que las transformaciones realizadas por la Iglesia fueron «un tanto desafortunadas», ¿Por qué?

-Bueno, sí digo eso, pero como sabe usted el libro trata siempre de España en positivo. Entiendo que fue el gusto de una época que en vez de hacerlo convivir con el gusto de la época anterior, a veces lo anulan. Pero ese es el drama que ha ocurrido en toda Europa.

-Y Medina Azahara, ¿Cree que conseguirá ser Patrimonio de la Humanidad?

-Yo entendería que lo debería ser. Realmente, Medina Azahara es la expresión de esa universalidad que está incoada y adelantada en ese ajetreo, incluso diplomático, que sugiere la ciudad califal.

-Usted se refiere a otros lugares con encanto, como la plaza del Potro, que define como uno de los espacios «más sugerentes» de la ciudad.

-Sí, todo es bajo mi tamiz. La he visto también de niño, y siempre me ha producido una sensación de belleza y de nostalgia creativa de otra época. Porque yo no creo, como decía Jorge Manrique, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Yo pienso que cualquier tiempo pasado fue peor. Y yo lo destacaría de esta Córdoba que siempre me ha entusiamado.

-Usted, que busca llegar al corazón, a los sentimientos, ¿ve en los cordobeses ese ‘senequismo’ que se nos otorga?

-Pues yo diría que sí. Frente a la expresión más de jolgorio de otras provincias, a mí me encanta esto que usted llama senequismo, y yo que soy norteño, me he atrevido a decir en algún sitio que los cordobeses son los vascos del sur, por esa sensación de seriedad, de falta de exuberancia verbal, de que lo que dicen es verdad, sin ningún atisbo de engaño... y no sé si es Séneca el que ha producido eso, pero sí es verdad que siempre he admirado eso, esa seriedad que a muchos les llama la atención.

-Volviendo al libro, señala que el haber dirigido un colegio mayor también le ha ayudado a entender España.

-Efectivamente, yo he dirigido el colegio mayor de la Universidad de Deusto, el más grande de España, donde estaban representadas 40 y tantas provincias españolas. Había chicos de Córdoba, de Sevilla, de Cáceres, de León, de Galicia… y eso me ha hecho ver experiencias a través de mis alumnos del colegio mayor. Y luego, ha habido algo llamativo, que también digo en el prólogo, y es que yo he casado a más de medio millar de parejas, con lo que he recorrido 40 o 42 provincias españolas a propósito de las bodas, también en Córdoba, que me han hecho ver las ciudades a través de los ojos de felicidad de los novios.