LUGAR DE NACIMIENTO CORDOBA, DICIEMBRE DE 1936.

PROFESION PROFESORA.

ACTIVIDADES HA ESTADO LIGADA MUY ACTIVAMENTE AL MOVIMIENTO VECINAL DESDE SUS ORIGENES EN LA CIUDAD. ACTUALMENTE PRESIDE ACCIDENTALMENTE LA ASOCIACION DE VECINOS SANTUARIO.

A la pregonera de la Velá de la Fuensanta le precede su fama de buena persona. Bastaría decir eso en su currículum , pero es que Luisa Jimena es, además, una persona comprometida: con su fe --nacida de un Evangelio que poco tiene que ver con mitras y báculos-- y con la sociedad. En su pregón se dirigió a los parados y habló de la Virgen como "una de las grandes indignadas de la historia".

--¿Qué ha supuesto para usted ser la pregonera de la Velá?

--Ha sido un honor. Para mí es muy gratificante que la gente de mi distrito haya pensado en mí. Pero a la vez ha sido una enorme responsabilidad. No es fácil ser pregonera después de tanta gente importante, empezando por la última pregonera, Pilar Sanabria.

--Nuestro periódico dijo que el pregón fue "fervoroso y combativo". ¿Esos adjetivos son también aplicables a su persona?

--Creo que sí. Quise destacar que a la Virgen de la Fuensanta me unen unos lazos afectivos muy fuertes, pero quería también decir que esa misma fe me ha hecho comprometerme en la vida.

--Parece que el Ayuntamiento ha reconducido en esta Velá lo que hace dos años terminó con antidisturbios.

--La verdad es que sí, hombre, no sin dificultades, pero creo que es muy importante intentar ir cediendo unos y otros para llegar a un acuerdo. Lo que interesa es que la gente se encuentre a gusto, todos puedan participar y, sobre todo, que haya un clima de posible entendimiento.

--¿Qué ocurrió en el 2011?

--El problema fue la intransigencia del Ayuntamiento. Tenían una idea de la Velá, que no digo que fuera ni mala ni buena, pero es que no dieron lugar a que se discutiese entre todos. Lamentablemente, lo de la participación les cuesta. Es a trancas y barrancas. No creen que los vecinos tengamos los mismos derechos que ellos a decidir.

--Sin embargo, parece que la cosa se ha arreglado.

--Este año el Consejo de Distrito y el propio Ayuntamiento han conseguido que se creara otro clima. La verdad es que ha sido mucho más dialogante y, aunque con dificultades, se ha llegado a un entendimiento y eso es muy positivo para la Velá.

--Explíquele a alguien, pongamos de Madrid, qué es la Velá.

--En su día nació como una importante feria de ganado. Hasta el Coso de los Tejares se inauguró un día de la Fuensanta. Ponían trenes para que vinieran desde los pueblos y los adornos iban desde la parada de la Lonja antigua hasta el santuario. Pero las crisis y las epidemias obligaron a convertirla en velá . Sin embargo eso le ha terminado dando el atractivo de ser más de barrio. En mi infancia lo que recuerdo es que todo eran huertas. Entonces veníamos a los puestos de chumbos, avellanas cordobesas, --que solo nosotros las llamamos así--, el arroyo, que venía por donde está ahora el Día... Era una feria de pueblo.

--¿Y qué es ahora la Velá?

--En la Velá siempre han convivido dos vertientes perfectamente en paz: la celebración religiosa y la vecinal. Nunca ha habido ningún problema con ningún párroco. Antonio Varo, por ejemplo, nos decía "bajad la música un poquito mientras doy la misa", y así. Sin problema. Por otra parte, la Velá se puede mantener con esa vitalidad y esfuerzo porque todo el mundo es voluntario y no cobra nadie. El Ayuntamiento tiene que ser consciente de eso. Si le pusiéramos precio, imagina cuánto costarían las 80 actividades organizadas este año.

--Quizá eso tampoco lo entendió el gobierno local, que esta Velá era una fiesta que hacían los vecinos con mucho trabajo.

--Al llegar la democracia, aquí hubo gobiernos que creían en la participación. Nos dejaron una gran libertad, pero la contraprestación de aquello fue mucho trabajo. Yo he pasado muchas siestas friendo patatas y horas y horas en la barra. Lo hacíamos porque creíamos en la participación. De pronto aquel cambio de "esto es lo que hay y si lo queréis bien y si no lo dejáis", pues, efectivamente, lo dejamos. Fue muy fuerte. Nos sentimos tratados como agresores. ¡Hasta rodearon el santuario con vallas!

--En 1973, eligió vivir con su familia en este barrio, ¿por qué?

--Queríamos que nuestros hijos se criaran en un ambiente normal y que vivieran una realidad distinta de la que vivirían en el centro. Se han criado muy felices, han tenido mucha libertad para jugar y se han relacionado con gente de todo tipo, familias con problemas y necesidades. Eso les dio un sentido de la vida distinto al que podrían haber tenido viviendo en otro sitio.

--¿Qué diferencias había entre aquel Santuario y el de ahora?

--Era muy distinto. Había terrenos baldíos, huertas, y no estaba la autovía. Era todavía más pueblo de lo que es ahora.

--Con esta crisis, ese compromiso suyo del que hablaba le estará dando mucho trabajo.

--A mí la fe me ha impulsado a un compromiso social muy fuerte y el momento que vivimos requiere un compromiso aún mayor. Estamos viviendo una situación de falta de trabajo, desesperanza y angustia muy dura. No podía olvidarme de eso en el pregón y eso me comprometía a medir las palabras. No quería quedarme corta.

--¿Ha reactivado la crisis el activismo ciudadano que en tiempos de bonanza fue más complaciente con el poder?

--La crisis es terrible por lo que la gente está sufriendo: al que no le han quitado la casa, se ha quedado sin trabajo, al otro le han cerrado el negocio... Es tremendo, pero a su vez ha creado unos lazos de solidaridad fuertes y está poniendo en valor otras cosas. Mira, por ejemplo, lo que está pasando con el trueque, cuando llegue a ser una realidad más fuerte nos va a cambiar la mentalidad. ¡En la vida no todo es comprar y tirar, que es lo que habíamos llegado a creernos en la abundancia! La crisis nos ha hecho más conscientes de que podemos ser felices con mucho menos.

--¿Vuelve a ser la participación seña de identidad del distrito?

--Creo que sí. En el barrio se está viviendo muy de cerca el compromiso con Stop Desahucios. Gracias a ellos, la gente con este problema se siente arropada y la angustia se alivia un poco.