Salvador Ruiz ha sido nombrado recientemente director de Cáritas Diocesana, Hasta ahora era secretario general de la entidad y ocupa su nuevo cargo en sustitución de María Dolores Vallecillo, de la que fue mano derecha desde el 2009, cuando Salvador Ruiz fue nombrado secretario general de Cáritas. A sus 35 años es licenciado en Derecho por la Universidad de Córdoba, doctor en Derecho por la misma y profesor en la Universidad Pontificia de Comillas y en la Escuela de Magisterio Sagrado Corazón. En el 2013 fue nombrado delegado diocesano de Apostolado Seglar y, en ese mismo año, presidente diocesano de la Acción Católica General (ya fue secretario de su comisión gestora diez años antes). Desde el 2012 es miembro de libre designación por el obispo en el Consejo Diocesano de Pastoral.

-Felicidades por el nombramiento. ¿Es de ese tipo de cargos que a la vez de felicitar hay decir «lo siento», por la carga de trabajo y responsabilidad que implica?

-(Ríe). No, no tanto. Por supuesto que tiene muchas responsabilidades, pero éste es un trabajo en equipo donde todo está muy hecho, muy estructurado, y con cada uno sabiendo cumplir muy bien su responsabilidad en el equipo directivo de la comisión permanente.

-¿Se puede hablar de una nueva etapa en Cáritas con su llegada a la dirección? Hay quien dice que el Obispado está buscando los últimos años perfiles más ‘técnicos’, por decirlo de alguna forma.

-No diría tanto. El trabajo se mantiene. Cáritas es toda una línea continuada de trabajo. Y yo simplemente soy un voluntario de Cáritas. Profesor de Derecho en la Universidad Pontificia de Madrid y en la Escuela Sagrado Corazón de Magisterio pero… no tengo un perfil de trabajador social, que sería el más técnico si es por lo que pregunta. Aunque el personal técnico y especializado nunca ha faltado en Cáritas. Ahí está, como he dicho antes, el equipo, con Lali Ramírez al frente, que era vicesecretaria general y ahora ocupa el puesto que yo he dejado, la secretaría. Y eso, el tener un equipo que te da una confianza tan grande… descansa. También está el delegado diocesano, Manuel María Hinojosa… Por supuesto que hay más trabajo de representación, de otro tipo, pero muchas veces no hace tanto como parece el que tiene que representar a la institución.

-Le propongo un reto: defíname en dos frases qué es Cáritas.

-Es Iglesia de Córdoba. Es la organización de la Iglesia para la acción caritativa y social.

-Y ahora, haga lo mismo con la filosofía de la organización.

-La misma de la comunidad cristiana, que sirve, que acoge, que acompaña… La que nos dice el papa Francisco sobre los pobres. Podemos hablar de las miles de familias que hemos atendidos en el último año en Córdoba, de los 178 trabajadores en situación de exclusión social que hemos contratado, de los centros de acogida, de… Pero eso solo son números. Que son relevantes, sí, pero no es lo importante. En la pobreza hay cifras que dan miedo, pero lo importante son las personas, cada una de las personas. Es esa lucha diaria, es acompañar a la persona que sufre, es ver y conocer su historia…

-Pero también es cierto que le ha tocado el relevo en un momento clave de la lucha contra la pobreza. Quizá no en el peor momento de la crisis, pero sí cuando la pobreza se está cronificando para millones de personas.

-Sí, es un momento en el que no podemos dejar de trabajar. Y además, como decíamos al presentar el Día del Corpus Christi de este año, la crisis no ha sido neutral, se ha cebado sobre los sectores más desfavorecidos. Los datos del informe Foessa son claros con esos cinco millones de personas en la pobreza. Pero no es lo mismo que esa situación afecte a una persona joven, que puede reconducir su carrera profesional, recuperarse y reinsertarse sociolaboralmente, que con personas en situación de vulnerabilidad, los más pequeños y los mayores. Y ahí están esos dos sectores especialmente castigados. Primero, el de los pensionistas, el de los mayores, que han estado manteniendo a familias enteras, también a jóvenes hiperespecializados pero sin salida laboral. Y a la vez, muchos niños que sufren la pobreza en sus casas, casi sin darse cuenta, una situación que les va a incidir en su futuro. Y además, ciertamente los niños pobres de hoy posiblemente serán los adultos pobres de mañana, es un fenómeno que se llama la transmisión intergeneracional de la pobreza. Está perfectamente estudiado y es algo que hay que romper.

-Y para colmo, surge de vez en cuando escándalos de colectivos o personas que traicionan la buena voluntad de los que les apoyan. Pero con Cáritas, no. Hasta colectivos que no coinciden con la Iglesia les reconoce una fiabilidad y su trabajo y le confían las recaudaciones de obras benéficas. ¿Cómo lo han hecho?

-Trabajando mucho. Además, si el donante quiere que vaya el dinero a un programa determinado... allí va a ir la aportación. Nosotros obedecemos. Y sí, es verdad que tenemos una credibilidad ante la sociedad porque estamos cercanos, porque conocemos desde las parroquias los problemas reales de la gente. Pero hay que insistir en que lo mejor que tenemos son los voluntarios y las personas a las que ayudamos. Por supuesto que importan los números, pero tiene mucho más valor, por ejemplo, esa furgoneta del programa de ayuda a personas sin hogar que no solo dan una ayuda material, sino que tiene voluntarios que escuchan, que comparte la historia de la gente.