El próximo domingo, día 8 de octubre, empieza oficialmente la temporada de caza menor en Córdoba y seis días después, el 14, hará lo propio la de caza mayor. A partir de estas fechas los alrededor de 70.000 cazadores registrados en la provincia de Córdoba ocuparán sus ratos de ocio en los 1.465 cotos de caza con que cuenta la provincia, de los que 1.202 son de caza menor y 263 de mayor, y pondrán en marcha una actividad que, según se ha puesto de manifiesto en la recientemente celebrada feria Intercaza, mueve alrededor de 18 millones de euros al año.

Pero esta temporada, igual que todas aquellas actividades que están relacionadas con el campo, vendrá marcada por la falta de agua que se registra en la provincia y que repercute en diversos factores relacionados con la actividad. Según ha explicado a este periódico el responsable de Caza de Asaja Córdoba, Tomás Jurado, el calor y la falta de agua están haciendo ya en los últimos años que la temporada de monterías y de caza menor se inicie con unas temperaturas muy altas y unos terrenos demasiado secos, lo que repercute tanto en las especies de caza como en los perros. También se refiere a la falta de lluvia el presidente de la Federación Española de Caza en Córdoba, Francisco Javier Cano, quien indica que la sequía «repercute negativamente en el campo en general, pero en lo que se refiere a la caza en particular, se podría ver reflejado en la calidad de los trofeos».

En concreto, explica Jurado, los rehaleros están viviendo con preocupación este cálido inicio de temporada, porque verán que los perros tendrán que enfrentarse a unas temperaturas para nada favorables para su ejercicio, como es el hecho de tener que correr por terrenos demasiado secos, que pueden causarle daños, además del sobreesfuerzo que supondrá para los animales enfrentarse a las búsquedas y ataques a las reses con excesivo calor. Otra especie canina que sufre también las consecuencias de un terreno resquebrajado es la de los galgos, que en tales condiciones no pueden correr en las carreras o persecuciones de liebres, porque corren el riesgo de lesionarse al meter las patas en alguna grieta.

LA CARNE // Volviendo a la actividad puramente cinegética, también perjudican las altas temperaturas a las reses abatidas en las monterías, pues, según Jurado, al permanecer la res mucho tiempo en el suelo desde que es cazada hasta que se retira la carne pierde calidad, por ello, dice, se hace recomendable que la retirada de las piezas cobradas se haga lo más rápido posible.

Por otro lado, en cuanto a la calidad y la cantidad de animales que hay este año, desde Asaja se explica que en caza mayor la cantidad es muy buena, dándose el caso de que se están registrando zonas con una mayor densidad de cabezas que otros años. Otra cosa es la calidad de los trofeos, que serán de menor entidad que el año pasado, precisamente como consecuencia de la falta de agua. El aumento de cabaña es tal, apunta el técnico, que hay lugares donde el jabalí hacía mucho tiempo que no se veía y ahora están apareciendo.

En lo que se refiere a la caza menor, la temporada empezará con las mismas características que las anteriores, pues continúan los problemas de la perdiz roja, una especie en clara regresión. Y también se está notando una disminución de la población de conejos, pese a que todavía existen 30 municipios en los que está declarada la emergencia cinegética por plaga. Se señala que la neumonía hemorrágica vírica ha diezmado de una manera considerable la población. El caso de la liebre es distinto, pues también empieza a notarse una disminución de ejemplares, sobre todo en zonas cerealistas y de tierra calma, porque se está apreciando un desplazamiento de la cabaña hacia espacios más protegidos y arbolados. En lo que se refiere a la paloma torcaz, explica Tomás Jurado que a priori la campaña se presenta como en años anteriores, a la espera de la llegada de la que procede de Centroeuropa. Por último, la llegada del zorzal dependerá de la temperatura, pues si hace mucho calor hay riesgo de que no llegue.

NUEVO DECRETO// La otra gran incertidumbre que este año se está dando en los organizadores de monterías procede de la reforma de la normativa, con la publicación del nuevo decreto de caza, por medio del cual, ahora los organizadores de la monterías solo deben comunicar a Medio Ambiente su intención de celebrarla, pero no será necesaria la respuesta y autorización de la Administración, de modo que, indican, esta nueva situación genera inseguridad entre los promotores.

Para Francisco Javier Cano, el nuevo reglamento de caza «es positivo en general, aunque, como todo, habrá que ir adaptándose». Considera Cano que su valoración favorable se debe a que da respaldo a la actividad cinegética, se simplifican trámites y da cobertura a nuevas disciplinas, que hasta ahora no estaban permitidas.