Justo Castaño (Badajoz, 1964) lleva tres años de director científico del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic), institución que acaba de cumplir su décimo aniversario, con un balance positivo en cuanto a crecimiento en número de profesionales, de proyectos y resultados científicos, con el objetivo fundamental de trabajar para mejorar la salud de la población y con el propósito a su vez de promover la innovación biomédica como motor para el desarrollo económico y social de Córdoba. Castaño es catedrático de Biología Celular de la Universidad de Córdoba desde el 2010 e investigador responsable del grupo de hormonas y cáncer del Imibic. Fue anteriormente subdirector científico de este instituto (cuyo primer director fue Francisco Pérez Jiménez), y vicerrector de política científica y campus de excelencia de la UCO. Los 500 profesionales con los que cuenta el Imibic en la actualidad están integrados en 42 grupos de investigación. Entre sus resultados, destacan los más de 200 proyectos de investigación activos, incluyéndose en esta cifra los ensayos clínicos; más de 400 publicaciones en revistas científicas, más de 50 expedientes de propiedad intelectual; diez acuerdos de licencia activos y cuatro empresas creadas.

-¿Cómo fue el origen del Imibic?

-El instituto nació de una realidad preexistente, la excelente relación que mantenían en materia de investigación las facultades de ciencias y de ramas sanitarias y el hospital Reina Sofía, a través de distintas investigaciones científicas, y lo que fue el embrión del Imbic, que es lo que se ha conocido siempre como el experimental, dirigido por Mariano Rodríguez Portillo. Alrededor de ese experimental trabajaban una decena de grupos y sobre el 2005 o 2006 se fue consolidando la idea de que había materia crítica suficiente para impulsar un centro de investigación en Córdoba, en la línea de los que están ligados a grandes hospitales en España. El Instituto de Salud Carlos III, que es quien coordina y gestiona la investigación biomédica y sanitaria en España, decidió ordenar el sistema de institutos, generando una ley para la acreditación de los institutos de investigación sanitaria. Se hizo un estudio para ver si había grupos de investigación, calidad, producción científica y financiación para generar en Córdoba un instituto de esas características. Poco a poco se fue forjando el instituto con los grupos que más producían, con las líneas de investigación más potentes, para articular la investigación en torno no solo a en qué podemos trabajar, sino en qué debemos investigar.

-Parte importante del Imibic es su respaldo institucional.

-Este instituto se constituyó el 24 de abril del 2008 mediante un convenio entre las consejerías de Salud y de Economía de la Junta y la Universidad de Córdoba para acercar la investigación al ejercicio de la medicina y favorecer una transferencia más rápida y efectiva de los resultados de la investigación al desarrollo de nuevas terapias y a la práctica clínica. El órgano de gestión del Imibic es la fundación para la investigación biomédica de Córdoba (Fibico). En los inicios había 26 grupos de investigación y ahora son 42. Y, en cuanto a número de profesionales, serían al principio unos 200 y ahora somos 500.

-¿Fue difícil obtener fondos en plena crisis económica para construir el edificio del Imibic?

-El Imibic logró su primera acreditación para la investigación sanitaria en el 2011 por parte del Instituto de Salud Carlos III y la renovó en el 2016. Anteriormente la Universidad de Córdoba había promovido la solicitud de un proyecto con fondos europeos Feder para la construcción de la sede del Imibic. Estaba entonces de vicerrector Enrique Aguilar Benítez de Lugo. A través del SCAI (servicio central de apoyo a la investigación) que yo dirigía, en el 2007 por parte de la Junta, de la UCO y del Ministerio de Ciencia se sacó adelante esta propuesta y comenzó a construirse el edificio, en un terreno cedido por el Servicio Andaluz de Salud junto al hospital Reina Sofía. Hubo que pedir más dinero, que lo autorizó el ministerio, por lo que la inversión se fue a 11,9 millones de euros. Seis millones, conseguidos a través de fondos Feder y por convenio con las consejerías de Salud y Economía, que aportaron 2 millones cada una, fueron para equipamientos. En total, el instituto vino a costar 18 millones, cifra relativamente económica comparada con institutos de características similares.

-¿Cuántos institutos de investigación hay en total en España?

-En Andalucía, cinco (Córdoba, Sevilla, Granada, Málaga y Cádiz). En España hay acreditados 29 institutos.

-¿Cuántas áreas de conocimiento posee el Imibic?

-Empezó con cuatro y se amplió con el tiempo a cinco. Son envejecimiento activo y fragilidad; nutrición, enfermedades endocrinas y metabólicas; enfermedades infecciosas, inmunológicas y trasplante de órganos; cáncer y enfermedades crónicas e inflamatorias. Estas áreas se basan en lo que quiere la sociedad que investiguemos y se orientan hacia programas científicos, que es lo que se conoce como investigación traslacional, dirigida a los grandes problemas de salud. Cuando el Imibic contó con una sede se evitó en gran parte la dispersión en varios centros, aunque aún existen espacios de investigación que continúan en el Provincial, en Anatomía Patológica del General o en Rabanales. La clave del instituto es la colaboración multidisciplinar, el encuentro entre investigadores básicos, traslacionales, clínicos, biólogos, informáticos, médicos, enfermeros o técnicos. Lo importante es analizar el problema de salud, diseñar una hipótesis de trabajo. Definir cuáles son los objetivos que hay que cumplir para comprobar esa hipótesis y a partir de ahí impulsar un proyecto conjunto.

-¿Cómo se están trasladando ya los resultados del Imibic a la mejora de la salud?

-Los avances que llegan más rápido a los pacientes son los tecnológicos. Pero los tratamientos farmacológicos y las herramientas diagnósticas tienen un recorrido más largo. El Imibic participa a diario en ensayos clínicos, que benefician a pacientes, lo que se considera ya una traslación directa de la investigación al paciente. El descubrimiento no ha partido a lo mejor del Imibic, pero su aplicación es una forma de trasladarlo al paciente. En esta línea, entre los logros del Imibic, está una guía de práctica clínica sobre nutrición y dieta mediterránea para prevenir la obesidad y los problemas cardiovasculares. Es una forma de trasladar la evidencia científica, generada en buena parte por los grupos de investigación del Imibic, en colaboración con nacionales e internacionales, a la práctica médica. Cuando uno le dice al paciente que debe reducir la ingesta de azúcar refinado y que debe consumir aceite de oliva virgen extra de forma moderada no se le comunica esto por intuición, sino porque existen estudios científicos que lo avalan.

-¿En qué fase se encuentra el proyecto de robot quirúrgico y qué otras empresas han surgido del trabajo del Imibic?

-El robot quirúrgico, que se gestó hace unos años, permitirá efectuar cirugía mínimamente invasiva de más precisión, gracias a la visión 3D. En estos momentos está en fase de finalización la génesis de la empresa, donde ya no participamos ni el Imibic ni la UCO, sino el sector privado. El prototipo de robot quirúrgico está preparado para su ensayo futuro con modelos animales y luego en humanos y estamos esperando que se constituya una empresa con distintos socios para que siga el trabajo. Por su parte, hay muchos ejemplos de resultado empresarial de investigaciones del Imibic como es el proyecto UCO-Track, sistema de captura de movimiento 3D, que permite analizar desde el punto de vista cinemático cualquier tipo de movimiento, tanto humano como de animales o robots. Se usa en el servicio de reumatología del Reina Sofía para evaluar tratamientos con fármacos biológicos en pacientes con espondilitis anquilosante y en otros ámbitos como la parálisis cerebral. También está la aplicación móvil Actúa, para facilitar las actuaciones contra la violencia de género, o la patente surgida de un programa informático para mejorar el proceso de recogida de datos de infecciones hospitalarias.

-¿Con qué nivel de financiación cuenta este centro?

-Por un lado, está la financiación que nos proporcionan las instituciones, que destinan anualmente 900.000 euros (aportados a partes iguales por la UCO y las consejerías de Salud y de Economía). Esa financiación pública la multiplicamos hasta alcanzar 10 veces su valor, a través de los estudios y ensayos clínicos. Una parte de lo que se ingresa por estos estudios retorna al apoyo de la investigación y la parte más importante son los proyectos internacionales, europeos, nacionales y autonómicos de fundaciones, donaciones, premios que pueden llegar a través de Fibico, de la UCO, de redes de cooperación. La mayoría de los profesionales que trabajan en el Imibic son doctorandos que proceden de convocatorias competitivas. Incluso el personal que tenemos de gestión muchas veces está sostenido por convocatorias competitivas.

-¿La formación también es uno de los pilares fundamentales de este instituto?

-Sí, es una de nuestras prioridades. El instituto cuenta con un programa propio dirigido a incentivar la movilidad de sus investigadores y a premiar los resultados más excelentes. Por otro lado, el Imibic participa en el programa de doctorado de biomedicina de la Universidad de Córdoba y en los másteres que imparte la UCO en el campo de la biomedicina. Contribuimos a su vez en la formación de los residentes y del personal sanitario que depende del Reina Sofía. Por otro lado, organizamos ciclos de conferencias, seminarios, talleres, en colaboración con fundaciones, compañías o farmacéuticas.

¿Qué colaboración se mantiene con los pacientes?

-El Imibic no puede convertirse en una torre de marfil donde los investigadores estén aislados. El Imibic tiene que ser un lugar abierto a la sociedad y a los pacientes, que son los que tienen problemas de salud. Si queremos resolver problemas de salud tenemos que contar con los usuarios que los padecen. Por eso, es normal colaborar con las asociaciones de pacientes. De hecho, en el futuro la participación en grandes estudios europeos deberá contar necesariamente con la voz y con la participación de los pacientes, a través de sus asociaciones, y esto es un acierto porque la mirada de los pacientes es muy valiosa.

-¿Por qué es importante que el Imibic forme parte de redes de investigación?

-La investigación actual es siempre y obligatoriamente cooperativa. Antes la inmensa mayoría de las publicaciones eran obra de pocos autores y se llevaban a cabo en un único laboratorio. Pero si nos fijamos ahora en las grandes publicaciones y descubrimientos científicos, la mayoría son fruto del trabajo de muchos autores y de la participación de varias instituciones. Se busca analizar los problemas de forma global, integral y eso solo se hace a través de distintas disciplinas, de la cooperación entre instituciones y países. Las publicaciones del Imibic son muchas veces producto de colaboraciones internacionales y están respaldadas por redes de cooperación. Participamos en cinco centros de investigación biomédica en red (Ciber) del Instituto de Salud Carlos III (obesidad y nutrición, enfermedades hepáticas y digestivas, enfermedades raras, cáncer y fragilidad y envejecimiento activo). También formamos parte de varias plataformas de apoyo a la investigación del Instituto Carlos III, en ocho redes temáticas de colaboración (Retics) y en el plan andaluz de investigación, desarrollo e innovación (Paidi).

-¿Equipos del Imibic han recibido destacados reconocimientos en esta década?

-Sí. Los más recientes son los obtenidos por los investigadores Pablo Pérez y Raúl Luque. También en la mayoría de los congresos se reconoce el trabajo de nuestros investigadores, lo que demuestra que tenemos grupos competitivos y de vanguardia.

-Las titulaciones sanitarias cada vez están más copadas por mujeres. ¿Se está trasladando también esa feminización al Imibic?

-Sí, nos falta el reto de mayor liderazgo desde el punto de vista de la igualdad de género, pero se nota que cada vez hay más mujeres. Es el resultado natural de que en las facultades con las que trabajamos cada vez hay más alumnas.

-España es el cuarto país del mundo con más mujeres que presentan patentes. ¿Este avance es algo que se ve con normalidad en el Imibic?

-Aquí sí. No existe evidencia de discriminación. Pero a nivel de la sociedad en general sí existe falta de apuesta firme por promover el liderazgo de las mujeres de forma transversal y la única forma de solucionarlo es cambiarlo. Ojalá la próxima persona que ocupe la dirección del Imibic sea una mujer.

-¿Qué futuro contempla para el instituto que dirige?

-Lo que nos espera después de diez años de crecimiento y consolidación tiene que ser lo más parecido a lo que hemos hecho hasta ahora. Hay que mantener el mismo entusiasmo, la misma competitividad. Y eso pasa por seguir siendo jóvenes, como si no hubiéramos cumplido 10 años, sino dos. Como si quedara todo por demostrar. Porque tenemos el respaldo de las instituciones y porque tenemos los objetivos claros: medicina personalizada de precisión, investigación clínica y colaboración interdisciplinar.