Si en su día Córdoba fue un referente para la arquitectura medieval, si siempre ha disfrutado de al menos algún retazo de este arte desde el Renacimiento al Modernismo, y si el siglo XX fue un tiempo de figuras cordobesas de la Arquitectura, en los últimos tiempos la ciudad, incluidos los años más duros de la reciente crisis, nunca ha dejado de incorporar valores arquitectónicos a su paisaje urbano.

Eso sí, ahora de manos de edificios calificados de «inteligentes», que se han disparado en Córdoba, (aunque quizá menos de los que muchos quisieran) con líneas que responden a las últimas corrientes estéticas y, sobre todo, a nuevas formas de concebir el conjunto por su funcionalidad y mirando los costes, tanto de construcción como de su mantenimiento futuro.

GRADOS DE ‘INTELIGENCIA’/ Pero sin entrar en aspectos como la estética, de entrada habría que distinguir entre los edificios inteligentes a aquellos que sobre todo se centran en la eficiencia energética (incorporando determinados elementos de domótica) frente a otros que tienen informatizados todos los aspectos de su funcionamiento cotidiano, apunta Fernando Cantarero, el arquitecto que, entre otras recientes obras, readaptó una soberbia vivienda familiar de hace 60 años en la avenida del Brillante para la actual sede nacional de la comercializadora de energía verde Unieléctrica.

LAS CAUSAS / Pero si utilizamos los términos «edificio inteligente» según su uso más popular, y reconocemos que están surgiendo obras que poco a poco van cambiando la fisonomía de la ciudad, habrá que preguntarse a qué se debe el fenómeno, particularmente en Córdoba. Los expertos coinciden en señalar cuatro circunstancias que han impulsado la aparición de estos edificios inteligentes (o eficientes), cuatro factores de los que córdoba no es ajena: los nuevos materiales y su abaratamiento, la más exigente legislación de eficiencia energética, la necesidad de abaratar costes tanto de construcción como (y sobre todo) de mantenimiento y el incremento de los proyectos de readaptación de edificios ya existentes, en lugar de acometer grandes obras propias del urbanismo expansivo del boom de la construcción de antes de la crisis.

En el capítulo de materiales, puede hablarse, por ejemplo, de paneles que permiten construir sobrefachadas que proporcionan un doble aislamiento, de paneles, bien sobre edificios anteriores (casos de Unieléctrica o la Comisaría de Fléming) o de nueva planta, como el edificio de la Cruz Roja, por no hablar de los ya emblemáticas 500 planchas de acero kortén que Justo Isasi y Prasa idearon para el actual Eurostar Córdoba Palacio que multiplican la eficiencia energética como primera medida. Todo ello antes aún de abordar cuestiones como el control y la eficiencia energética de la maquinaria de climatización o las necesidades de seguridad, vigilancia y control de los usuarios del edificio.