La mujer detenida tras haber reconocido ser la causante de la muerte de Rosa R.C., una octogenaria vecina suya, pasará tras dos días de detención a disposición judicial a lo largo de la jornada de hoy, según conoció ayer este periódico por fuentes de la investigación.

Mientras, y después de que el sábado saltara la noticia, el mutismo era ayer absoluto en el bloque del número 20 de la calle Maestro Priego López, donde la mañana del viernes uno de los tres hijos de Rosa R.C., viuda y que vivía sola, encontró su cuerpo sin vida, después de la inquietud que le generó que su madre no respondiese a sus llamadas telefónicas. Con la ayuda de una vecina, este hijo de la infortunada mujer pudo acceder al domicilio para encontar a su madre ya muerta y con señales de violencia.

El mismo viernes, la Policía Científica tomó en el inmueble muestras de los indicios de lo ocurrido y se precintó la vivienda, aunque para evitar más alarma a los residentes del bloque se retiraron después discretamente las bandas que sellaban la puerta. Fue el sábado, tras realizarse la autopsia, cuando la iglesia de Santa Teresa, de la que era feligresa Rosa R.C., acogió al mediodía su funeral ante numerosos asistentes (familiares y amigos) que en muchos casos no sabían aún las circunstancias de su muerte. Sería pocos minutos después cuando la noticia saltaba a los medios de comunicación digitales, como la web de Diario CÓRDOBA, que también informó a primera hora de la tarde de la existencia de una vecina detenida por el caso, una conocida de Rosa C.R. que habría confesado a la Policía su participación en la muerte de la octogenaria.

El caso, llevado en principio por el Juzgado de Guardia, que declaró el secreto de sumario, dará hoy un paso más cuando la supuesta autora de los hechos pase a disposición judicial y el magistrado, tras conocer los primeros pormenores, decida las medidas provisionales a adoptar .

Mientras tanto, Ciudad Jardín, y especialmente en el entorno de la calle Maestro Priego López, se mostraba ayer consternada con las primeras informaciones del caso, como mostraba el pesar de las dos jóvenes que ayer atendían la confitería Savoy y que más de una vez sirvieron a Rosa, que en una última época solía acudir acompañada de su consuegra. Pepe, en la cercana tienda de La Bodeguilla, reconocía que la conversación de los que pasaban por la calle no era otra que la del supuesto homicidio, mientras que una afable Bea, en la cercana panadería-cafetería, en la esquina de la acera frente al bloque número 20, confesaba estar oyendo todo tipo de rumores y conjeturas sobre el caso.