El temor a que la denuncia produzca un efecto multiplicador en la violencia, junto al desempleo de la mujer (ausencia de recursos y dependencia económica del agresor) conducen a un 70% de las víctimas a la inacción. Por detrás, un 61% admite que no denuncia por vergüenza a «reconocer» las situaciones que ha tolerado, seguidas de un 50% que declara no querer perjudicar al agresor (prisión, pérdida de estatus social y familiar...). Pese a todo, en los últimos años las denuncias por violencia de género han experimentado un notable crecimiento. En lo que llevamos de año se han incrementado en Andalucía un 23%, un crecimiento superior a la media nacional (18%). Estas son algunas de las conclusiones del 5º Informe Violencia de Género y Empleo, elaborado por la Fundación Adecco, basado en una encuesta a 500 mujeres víctimas que han acudido a sus oficinas durante el último año. Además, se han analizado los datos de denuncias por violencia de género ofrecidos por el Consejo General del Poder Judicial. El estallido de la crisis no solo afectó a la economía y al empleo, sino que tuvo efectos colaterales en el ámbito social, concretamente en el plano de la violencia de género. En muchas ocasiones, la ausencia de información, la situación de vulnerabilidad económica y social de las víctimas y la merma de autoestima que sufren, consecuencia de la violencia sufrida, provocan que las mujeres que padecen esta lacra no estén dando el paso de denunciar.

El 82% de las mujeres encuestadas admite que le costó mucho reconocer su condición de víctima y que, durante mucho tiempo, buscó pretextos para no romper su silencio.

Además del miedo a las represalias o la dependencia económica, existen otras razones que llevan a las víctimas a la inacción: inseguridad jurídica (desconfianza en el sistema, 46%), la esperanza de que su pareja cambie (38%) o la voluntad de «aguantar» para que sus hijos tengan una familia (25%).