Un cordobés ha ganado una sentencia de paternidad sin necesidad de presentar la prueba de ADN, que no ha sido posible realizar porque los restos óseos de su padre estaban muy deteriorados. En este caso, en el que está en juego una herencia de más de 2 millones, han bastado las pruebas de testigos, parecido físico y fotografías de recuerdos. Según el Bufete Osuna, que ha defendido el caso, los padres mantuvieron una relación en los años 40 que duró 3 años hasta que ella quedó embarazada, dando a luz a un varón. Las declaraciones de los testigos, algunos muy mayores, fueron de vital importancia para llegar al convencimiento del juez. El parecido físico entre padre e hijo ha sido también una prueba, al igual que las fotografías donde se ve a la pareja en actitud cariñosa junto al hijo o el que padre e hijo tengan como nombre de pila un nombre muy poco usual.