El cordobés Antonio Caballero Díaz, de 58 años, solo tiene palabras de agradecimiento para la sanidad pública, sistema en el que se le detectó hace 26 años que tenía hepatitis C, y que le ha permitido beneficiarse de distintos tratamientos hasta que por fin llegó uno nuevo que hizo posible que se curara de esta enfermedad. Antonio no sabe cómo se contagió, pues no pertenece a grupos de riesgo, no recuerda haber recibido una transfusión sanguínea no controlada, a no ser que de pequeño o en el servicio militar le pincharan alguna vez alguna inyección con una aguja que entonces no se esterilizaban . «A través de una analítica de empresa supe que tenía esta enfermedad. Desde entonces en el hospital Reina Sofía me han venido haciendo controles periódicos y he venido tomando el Interferón y la Ribavirina, pero esto no me curaba», cuenta.

«Los enfermos crónicos le suponemos a la administración un elevado gasto. En concreto, esta nueva medicación contra la hepatitis C tiene un coste altísimo, pero lo más importante es que está ofreciendo buenos resultados y apenas genera efectos secundarios, con lo que eso supone una mejora para nuestra calidad de vida y que necesitemos también acudir menos a los servicios sanitarios», indica este paciente.

Antonio se enorgullece de las analíticas tan buenas que le van saliendo, sin nada de carga viral, «todo perfecto. Estoy ahora mejor que cuando tenía 18 años. No bebo, no fumo y ando muchísimo». «El agradecimiento que siento a los profesionales que me atienden en el hospital Reina Sofía es infinito, porque tienen una gran carga de trabajo y la sala de espera llena de enfermos, pero siempre te reciben muy bien», resalta.

«Se han creado algunos estereotipos infundados en torno a la hepatitis C, porque afecta a grupos de población relacionados con el consumo de drogas o relaciones sexuales de riesgo, pero somos muchos los pacientes que contráimos esta infección sin saber por qué. Por suerte, se ha encontrado una curación para todos nosotros, independientemente del origen de la enfermedad en cada afectado», apunta.

Aunque ya no tiene el virus C en su organismo, a Antonio le ha quedado como secuela después de tantos años de convivencia con la hepatitis C una cirrosis hepática. «La cirrosis que tengo no esta avanzando, se ha quedado parada al no haber ya virus en mi organismo», explica.

«El tratamiento que me ha curado lo seguí sin saltarme ninguna toma. Me hice hasta una tabla de datos de Excel en el ordenador para conseguirlo. Todo el mundo debería tomarse todas las pastillas que conllevan los tratamientos, a las horas que se le indican, porque las medicaciones son efectivas si se siguen las reglas que te indican», recalca.