La ciudad de Corduba nació en la segunda mitad del siglo II antes de Cristo con la fundación, por parte del general Claudio Marcelo, de una villa romana situada al nordeste del asentamiento turdetano que existía en el actual Parque Cruz Conde. Un siglo más tarde, y tras la victoria de Julio César sobre los pompeyanos, bando al que apoyaba la ciudad, la urbe se convertía en capital de la Bética y comenzaba así su proceso de monumentalización.

Como explica el catedrático de Arqueología de la UCO Desiderio Vaquerizo, «para estar a la altura de un rango tan destacado» como la capitalidad, la ciudad se convirtió en un auténtico simulacrum urbis, es decir, intentó emular en todo lo posible a la propia metrópolis, Roma, dotándose de un urbanismo bien diseñado de ascendencia itálica», con espacios públicos monumentales como foros, templos o mercados; con «grandes edificios de espectáculos (anfiteatro, circo, teatro), de termas, domus, etc., todo ello con una colosalidad sin precedentes, en la que jugó un papel determinante el mármol». Hoy Córdoba conserva numerosos monumentos y restos arqueológicos de aquella época que se diseminan por toda la ciudad.

Es el caso del Teatro Romano. Sus restos se custodian en el subsuelo del Museo Arqueológico de la ciudad y permiten conocer las entrañas de parte de un edificio emblemático, uno de los más grandes del imperio, que se abandonó en el siglo IV y que fue sometido a continuos expolios.

Pero, como señala la directora del museo, María Dolores Baena, estos restos también «contribuyen a explicar la evolución urbanística de esta parte de nuestra ciudad». Y es que el teatro formaba parte «de un espacio urbanístico monumental de época romana, del que se han hallado también estructuras de plazas laterales anexas a éste». Este conjunto, señala Baena, «organiza urbanísticamente a comienzos del siglo I de nuestra era la parte sur de la ciudad romana, con la singularidad de contar con ejes urbanos peatonales que a través de las terrazas comunicaban ambas partes de la ciudad».

Junto al teatro, los túmulos funerarios ubicados en el Paseo de la Victoria son otros de los vestigios que aún conserva Córdoba. Localizados en Puerta Gallegos, extramuros de la ciudad por aquella época y levantados sobre una de las principales vías de acceso a la colonia patricia, su monumentalidad, con 13 metros de diámetro, son el reflejo del poder que debió tener la familia propietaria, capaz de emular el modelo de Augusto en Roma.

Los grandes yacimientos

El yacimiento de Cercadilla, que aunque estaba documentado desde los años 20 del pasado siglo salieron a la luz con las obras del AVE a principios de los 90, es otro de los ejemplos de la monumentalidad de la época romana. Se trata de un gran espacio arqueológico que custodia restos que van desde la época del alto imperio al periodo poscalifal. Se trata de un complejo suburbano de enormes dimensiones cuya funcionalidad es objeto de debate.

Si bien hay investigadores que indican que Cercadilla alberga los restos de un palacio imperial mandado construir por el emperador Maximiano Hercúleo, nuevas interpretaciones consideran que el complejo pudo ser un edificio de gobierno de la administración del emperador Constantino y que posteriormente sería cedido al obispo Osio, primer consejero de Constantino y figura clave en la cristianización de la Bética.

Junto a Cercadilla, en el término municipal de Córdoba se encuentra el yacimiento de Ategua, ubicado en la pedanía de Santa Cruz. Se trata de un lugar que desde antiguo ha sido asentamiento de diversas culturas. Por lo que se refiere a la romana, Ategua ocupó un lugar clave en la historia de las guerras civiles de Hispania, y la ciudad, partidaria de Pompeyo y su descendencia, sucumbió ante el asedio de las tropas enemigas de Julio César.

El yacimiento, objeto de numerosas reivindicaciones para su conservación y puesta en valor, en especial por la Asociación Cultural Amigos de Ategua, se ha abierto recientemente al público tras unas actuaciones de consolidación. Aún queda trabajo por hacer, pero va por «buen camino», según el presidente del colectivo, Antonio Osuna.