La afición al consumo de caracoles con la llegada de la primavera en Córdoba tiene su reflejo en la importancia de la cría de estos animales para la provincia, ya que se encuentra en segundo lugar, por detrás de Sevilla, por el número de explotaciones que se dedican a esta actividad en la comunidad autónoma. En esta línea, los datos publicados recientemente por la Junta de Andalucía indican que a nivel regional se encuentran registradas 229 explotaciones helicícolas y, de estas, 43 se ubican en Córdoba, por lo que representan el 19% del total andaluz.

Las cifras apuntan que Almería dispone de 21 (el 9%); Cádiz cuenta con 18 (8%); Granada tiene 29 (cerca del 13%); en Huelva funcionan 17 explotaciones (7%); en Jaén existen 7 (3%); en Málaga operan 38 (casi el 17%), y en Sevilla, 56 (24%).

La Consejería de Agricultura ha informado de que en Andalucía existe un «creciente interés» por la helicicultura (cría de caracoles) y esto le ha llevado a publicar una orden que regula las condiciones sanitarias y el registro de explotaciones. Así, aclara que el consumo de estos animales es tradicional en la región, pero la actividad ganadera «es relativamente nueva y está aumentando su relevancia en los últimos años, ya que se presenta como una alternativa para mejorar la rentabilidad». La Junta indica que, en la actualidad, la cría y comercialización de caracoles tiene un gran potencial de crecimiento debido a la alta demanda de los consumidores.

Entre otros datos, apunta que, según las estimaciones realizadas, el consumo nacional de caracoles es de 400 gramos por persona y año, lo que supondría unos 16 millones de kilogramos anuales. También indica que la mayor parte son animales silvestres, porque los criados en explotaciones apenas alcanzan el 3% del total comercializado. Acerca de su origen, abunda en que, en líneas generales, los caracoles que se consumen en España son mayoritariamente importados y proceden de Argelia, Bulgaria, China o países de Sudamérica, entre otros. Agricultura destaca que la carne de los caracoles es muy pobre en grasas y calorías, y es rica en proteínas de alto valor biológico y sustancias minerales, por lo que «es un alimento de fácil digestión, sano y nutritivo».