La contaminación de las aguas provocada por el sector agropecuario es uno de los principales problemas que se mantienen en la cuenca del Guadalquivir por el aumento de la concentración de nitratos en las aguas superficiales y subterráneas, así como la eutrofización o enriquecimiento excesivo de nutrientres de los embalses. A este problema hay que unir también los procesos erosivos que están provocando la desaparición del suelo fértil y su degradación. Este análisis se recoge en el esquema provisional de temas importantes de la demarcación hidrográfica del Guadalquivir que se presentó la semana pasada en Córdoba. Ante esta situación, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) sugiere la adopción de medidas en el horizonte 2014-2021. Desde el organismo gestor de cuenca se propone para reducir la contaminación agraria la adopción de medidas en los nuevos programas de desarrollo rural, así como la creación de comunidades de usuarios con el objetivo de controlar los fertilizantes y productos fitosanitarios. El Valle del Guadalquivir, que se extiende sobre 766.659 hectáreas, es una de las zonas más vulnerables.

Con relación a los procesos de erosión, desde la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir se considera necesario la coordinación entre administraciones para impulsar las actuaciones en suelos forestales y agrícolas. Asimismo, se insta al fomento de la agricultura de conservación y del código de buenas prácticas agrarias y al establecimiento de nuevos estudios que analicen la evolución de la colmatación de los embalses. El estudio de la CHG resalta que el mayor problema de erosión se produce en zonas de cultivos leñosos, especialmente del olivar. El 56,7% de este cultivo en la cuenca tiene un potencial de erosión mayor de 80 toneladas por hectárea al año.