La Asociación de Empresarios de la Construcción, Construcor, y el Colegio de Arquitectos ven con recelo la modificación del PGOU acordada por el Pleno con los votos de PSOE, IU y Ganemos. Aunque en el debate el concejal socialista Emilio Aumente dejó claro que el paso solo implica iniciar los trabajos y que nadie habla de desclasificar suelo, ese es el aspecto más controvertido.

El secretario general de Construcor, Francisco Carmona, considera un «error» la modificación, ya que «hoy, si hay que abordar una reforma del PGOU», es para afrontar el cambio estructural al que nos enfrentamos, «no para reclasificar suelo o reconsiderar suelos que se clasificaron». Además, «un planeamiento tiene vigencia indefinida» y «si hoy no se pueden desarrollar suelos, ya se desarrollarán, pero no se puede alterar un modelo de ciudad en función de la crisis y de que haya o no disponibilidad para que se acometa la transformación de suelos», afirma.

No obstante, reconoce que «hay una realidad innegable», que «hay que actuar sobre la ciudad existente y que hay barrios, como Santa Rosa, Ciudad Jardín, Cañero o Fátima, que lo necesitan», por lo que, «si el PGOU acomete como criterio básico y primordial facilitar que se puedan hacer esos procesos de transformación, bienvenido sea» el cambio. En ello, asegura, se tarda poco «si las ideas están claras» y «contrastadas con los agentes intervinientes en el proceso». A su juicio, la propuesta responde a que «estamos en una situación en la que el planeamiento es el punto de encuentro de la ideología de alguien que no sabe qué hacer, que lleva un año y no ha hecho nada, y la sociedad tampoco percibe qué quiere y cuáles son sus retos, y decide bucear en el PGOU, que parece que es la piedra filosofal donde la sociedad se entera de lo que uno quiere hacer».

Carmona explica que en suelos previstos en el PGOU que no se han desarrollado, como la Ciudad de Levante, se puede «cambiar el uso y no necesariamente desclasificar suelo». Por ello, dice que habría que ver «si en un suelo urbanizable no sectorizado con uso residencial se puede implantar otro uso compatible». En cualquier caso, añade, «si hay que desclasificar, se desclasifica, pero ahí hay problemas delicados porque muchos sistemas generales, algunos ejecutados y otros no, tenían sus cargas repartidas sobre todos los suelos clasificados como susceptibles de transformación urbanística y si se desclasifica, ¿qué pasará con los que han soportado esa sobrecarga?».

El decano del Colegio de Arquitectos, Felipe Romero, piensa que un cambio de PGOU no se puede hacer «tan a la ligera», «hay que pensarlo bien» y «estudiarlo a fondo». Además, asevera que una modificación a fondo «es muy compleja», por lo que se muestra sorprendido por lo aprobado en el Pleno, cuando «no es tan necesario, no hay impacto en la gente, no hay necesidad de suelo». Es más, añade, «es la época en la que hay más suelo y la primera vez que el urbanizado va por delante del edificado». Por ello, «hay que pensar mucho porque hay mucho suelo y parece que se trata de reducirlo». Romero explica que un «suelo clasificado no da problemas, se protege a sí mismo, porque si no, lo invaden las viviendas ilegales», por lo que no es partidario de «quitar». Además, cree que una modificación puede acarrear problemas porque «hay coeficientes de repartos, cesiones a propietarios de suelos hechas, que no sé cómo las van a integrar». Por ello, ve primordial un análisis previo de la situación actual. No obstante, se muestra partidario de «retoques al plan del casco y al PGOU, porque es un elemento que está en revisión constante, pero en profundidad no es tan necesario».