El titular del juzgado de lo Penal número 3 de Córdoba ha condenado a dos hombres por dos delitos de estafa cometidos con el timo del tocomocho, un método con el que obtuvieron 5.000 euros en dos golpes diferentes. Las penas para uno de ellos suman un año de prisión, al concurrir la agravante de reincidencia, y para el otro, ocho meses. En los dos casos se contemplan las atenuantes de reparación del daño y de dilaciones indebidas.

En la sentencia se declara probado que el primer golpe lo dieron el 20 de enero del 2011, sobre las 10.00 horas. En esos momentos, abordaron a un hombre de 72 años en Poeta Ibn Zaydun y, tras llamar su atención preguntándole por una dirección, los acusados entablaron una conversación ante la víctima. Haciendo como si no se conocieran, uno le preguntó al otro que dónde se encontraba la delegación de la ONCE, a la vez que le enseñaba tres cupones. La respuesta que obtuvo del compinche es que ese número estaba premiado y que a cada cupón le correspondía 20.000 euros. Incluso sacó una lista de resultados para demostrarlo.

A continuación, los acusados convencieron a la víctima para que les diera 3.000 euros a cambio de la entrega de los cupones, por lo que lo acompañaron a una entidad bancaria para extraer el dinero. Una vez que se lo entregó, los individuos le dieron un paquete envuelto en papel de periódico, supuestamente con dinero, y un pañuelo conteniendo los cupones. Sin embargo, cuando ya se habían marchado, la víctima comprobó que lo único que tenía era recortes de papel y que se habían llevado sus 3.000 euros.

El segundo timo lo cometieron el 29 de abril del mismo año, en esta ocasión en Sevilla, pero con el mismo método. A las 12.40 horas se acercaron a un hombre de 71 años y un de ellos comentó que tenían en su poder unos cupones premiados por los números finales. El otro acusado se ofreció a comprobarlo y, de vuelta, dijo que en realidad estaban premiados con el cuponazo, mostrándole el oportuno listado. Entonces le dijeron a la víctima que eran «tan honrados» que le iban a regalar un cupón, pero que les debía demostrar que tenía medios de vida. El perjudicado sacó entonces 2.000 euros de una oficina bancaria y se los entregó, haciendo uno de los supuestos timadores como si lo juntara con su dinero para envolverlo y devolvérselo junto a los cupones. En realidad, «lo que había hecho era cambiar el dinero entregado por el perjudicado por un paquete en el que solo había recortes de periódico», por lo que se marcharon del lugar apropiándose de los 2.000 euros de la víctima.