La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado a 24 años de prisión al empresario cordobés Francisco Miguel Martínez Alba por matar de 131 puñaladas a su novia, la también cordobesa Ana María Márquez, que era la directora del Museo de Historia de Nerja (Málaga). El magistrado presidente del tribunal del jurado que juzgó al acusado, al que declaró culpable hace dos semanas, le impone 23 años de cárcel por un delito de asesinato al contemplar la alevosía, el ensañamiento y la agravante de parentesco, y uno más por malos tratos habituales. Además, lo condena a indemnizar a la familia con 120.000 euros por el "grave daño moral sufrido".

Según la sentencia, el 8 de agosto del 2014, el acusado tuvo una discusión con la víctima en la vivienda de esta en Torrox (Málaga) y, "de manera sorpresiva", se le acercó por la espalda y le golpeó "varias veces con una botella de vino", quedando la mujer "cuanto menos aturdida y sin posibilidad real de defenderse". Entonces, la agarró del pelo y la arrastró al cuarto de baño y, mientras le decía "¿ya no quieres pelea, verdad?", le clavó un cuchillo de cocina en 131 ocasiones. Con este ensañamiento que revela "acusada crueldad" del procesado, según la sentencia, pretendía no solo ocasionarle la muerte, sino también "producirle un sufrimiento adicional de carácter físico y moral, lo que efectivamente ocurrió", pues el fallecimiento de la mujer no se produjo hasta la llegada a la vivienda de los agentes de la Guardia Civil. Al llegar estos, el ahora condenado, ensangrentado, les dijo: "Ahí está, ya lo he hecho", según la sentencia.

No era, además, la primera vez que el acusado agredía a su novia, ya que en la resolución se señala que desde julio del 2013 el hombre había tenido "reacciones violentas y exageradas ante cualquier desencuentro de la pareja". En concreto, meses antes le había dado un mordisco en la nariz y días antes de acabar con su vida la había golpeado.

La sentencia, en cambio, señala que no han quedado acreditadas las eximentes de intoxicación por alcohol y cocaína ni la de trastorno mental transitorio, como alegó el acusado.