Algo más de 170 militares de la Brigada Guzmán el Bueno X de Cerro Muriano regresaron ayer a España tras seis meses de misión en Líbano. En el aeropuerto de Sevilla fueron recibidos a las 8.40 horas por el general de División Antonio Ruiz Olmos, hasta hace poco jefe de la BRI X cordobesa, y por el jefe accidental de la misma, el coronel José Antonio Cruz Moro. El grueso de las tropas llegadas ayer, después de salir de Marjayún el sábado por la tarde, fue recogido por numerosos familiares en Sevilla, aunque también se repitieron escenas de calurosa y emocionada bienvenida junto a la estación de trenes de Córdoba, donde llegaron sobre las 11.30 horas en autobús unos 37 militares que fueron recibidos con aplausos, pancartas y saltos de alegría.

Entre los militares, a su llegada, pocas palabras, deseosos como estaban de compartir el tiempo con sus familias. El sargento primero Merchán, que ya había participado anteriormente en otras dos misiones en Afganistán, aseguraba que los seis meses en Líbano se le habían «pasado rápido» y que la misión había sido «llevadera», con «un nivel de peligrosidad más bajo que las otras». Eso sí, confesaba que había echado «mucho de menos» a la familia, más cuando había partido dejando un niño recién nacido y la Navidad la pasaron lejos de casa. Pero «es nuestro trabajo», decía orgulloso y, además, «entre los compañeros se suplen las carencias y se vive un muy buen ambiente».

Durante estos seis meses, los familiares han vivido la misión de los militares de la base de Cerro Muriano con «inquietud e intranquilidad», según admitía Consuelo Barba, madre de uno de los soldados, aunque ayer todo era «felicidad». La experiencia de José, de 27 años, que no se cansó de repartir besos y abrazos a su llegada, ha sido «buena», a pesar de ser su primera misión internacional.

También Catalina Gómez, madre del teniente Calderón, aseguraba que estos seis últimos meses los ha pasado «fatal» y «contando las horas» que quedaban para el regreso de su hijo. Emocionada, recordaba que, con 29 años de edad, era su primera misión en el exterior y que volvía «muy contento».

Igualmente, Alfonsa Gallego, madre de un soldado de nombre Pablo y 28 años, relataba que ha pasado el tiempo que ha durado la misión en Líbano «con una pastilla debajo de la lengua» y «muy intranquila», a pesar de ser la segunda vez que su hijo ha viajado a Líbano formando parte del contingente cordobés. «Él lo lleva en la sangre y no ha puesto ni un reparo», confesaba.

En los últimos seis meses, las tropas cordobesas han formado parte de una brigada multinacional de Naciones Unidas que ha velado por el cumplimiento de las resoluciones de alto el fuego y estabilización de la zona, tras los incidentes armados entre libaneses e israelíes. En próximas fechas se completará el relevo de los 616 miembros del contingente cordobés con la llegada a Líbano de los soldados de la Brilib XXVII, procedentes de Canarias.