Desgraciadamente, los casos de acoso escolar o bullying como el sucedido hace cinco días en el IES El Tablero, de Córdoba capital, son más habituales de lo que parece. Aunque fuentes de la Junta de Andalucía cifran en menos de un 2% los casos en nuestra comunidad autónoma, la realidad excede este número. Asociaciones que luchan contra el acoso escolar, como No al Acoso Escolar (NACE), sitúan en torno al 20% de los alumnos de las aulas de Primaria y Secundaria que a lo largo de su vida académica lo han sufrido en alguna ocasión.

Dura más de un año

Además, los datos no son negativos solo a escala cuantitativa, sino también por la duración de los casos de acoso escolar. La Fundación Mapfre asegura, en un análisis llevado a cabo en 2016, que más del 70% de los casos de bullying se repiten de forma diaria. En esta práctica entran desde los insultos y ataques de índole verbal y psicológica a la agresión física, que es la acción final del maltratador escolar. Normalmente esta es la punta del iceberg de un lento proceso de destrucción de la personalidad de la víctima. El alumno que sufre acoso escolar es marginado del resto de miembros del grupo. La mayoría de los alumnos no participa del acoso, pero guarda un silencio cómplice, al ver al acosador como un miembro influyente del aula y con capacidad de derivar este tipo de conductas también sobre ellos.

Sin ir más lejos, es lo que sucedió la semana pasada en el IES El Tablero. Alumnos preguntados por este periódico aseguraron desconocer que la joven agredida sufriera acoso verbal o psicológico previo, y a algunos de ellos, incluso, no les pareció extraña la agresión física final. El proceso de silenciación y normalización actúa no solo sobre la víctima, sino también sobre los alumnos testigos. En este caso, la víctima acabó con diversas contusiones producto de varios puñetazos, así como con una fractura en una mano, siendo atendida en un centro médico.

El papel de las asociaciones

Las asociaciones contra el acoso escolar inciden en este peligroso círculo de victimización y silenciación, ya que reciben denuncias de forma diaria, normalmente de alumnos que no se han atrevido a denunciarlo a sus adultos ni a sus amigos. El nivel de deterioro psicológico es exponencial al tiempo que dura el acoso, por lo que la premura en detectarlo es vital. Algunos de los comportamientos que permiten detectar que nuestro hijo o amigo sufre bullying es un inusitado nerviosismo, incapacidad de concentrarse, repentino desapego por realizar actividades al aire libre y, en los casos más graves, autolesiones y conductas agresivas.

La Junta de Andalucía tiene implementado desde el año 2011 un protocolo de actuación de obligado cumplimiento en los centros. Esta medida busca detectar de forma precoz los casos de bullying y que el tutor, el equipo directivo, orientadores y los alumnos afectados trabajen de forma conjunta para frenar estas situaciones. Aunque se trata de una práctica formalizada y eficaz, asociaciones como NACE aseguran que estos protocolos sirven, también, para que estos problemas queden dentro del entorno del centro, y de esta forma no lleguen a instancias judiciales e incluso a los medios de comunicación. De hecho, fuentes del equipo directivo del IES El Tablero se negaron a informar a este periódico sobre el estado de la menor agredida, así como si el presunto agresor ha sido apartado provisionalmente, aludiendo en todo momento a la confidencialidad y a las medidas puestas en marcha por el protocolo ya mencionado.

En los casos de bullying, las familias tienen el derecho de denunciar al alumno agresor e incluso al centro, pero muchas, por falta de asesoramiento, no lo hacen, confiando en este protocolo de actuación en el que entra de oficio la inspección educativa. La propia Policía Local de Córdoba recibe algunas denuncias por acoso escolar, que deriva a la Fiscalía para su judicialización. Sin embargo, según explica Juan Jesús, experto en esta temática y agente tutor, la mayor tarea que tiene el cuerpo es la de asesorar previamente a profesores, alumnos y familiares, con charlas preventivas en las que se da formación sobre bullying, se explican los procesos a seguir en caso de ser una víctima, y el apoyo que los testigos, «observadores silenciosos», pueden proporcionar con su testimonio y su refuerzo psicológico a los compañeros agredidos. Siempre es mejor actuar antes de que ocurra la situación y no cuando esta se desborda.