El Colegio Oficial de Arquitectos de Córdoba colocará hoy en el colegio La Aduana la sexta placa con la que la Fundación Docomomo (Documentación y Conservación del Movimiento Moderno), con sede en Barcelona, distingue en la ciudad un edificio singular de la arquitectura de mediados del siglo XX. Esta distinción la ostentan también la Universidad Laboral, la Cámara de Comercio, el parador La Arruzafa, la plaza de toros y el edificio de la antigua cerveza El Águila, todos ellos exponentes de este movimiento moderno. El presidente del Colegio de Arquitectos, Felipe Romero, lamentó ayer que el edificio de La Aduana, que fue proyectado en 1958 por el arquitecto Carlos Sáenz de Santamaría para albergar el colegio noviciado San Francisco de Borja de los jesuitas, presente un lamentable estado de abandono y esté afectado por los actos vandálicos. Romero y Miguel Valcárcel, miembro de la directiva, piden a las administraciones que «no dejen edificios de su propiedad en abandono» y que si bien entienden que este complejo, de grandes dimensiones, es costoso de mantener, al menos «tomen medidas urgentes para mantener el edificio en pie y que no vaya a más».

Los arquitectos, que hoy hablarán a los niños del colegio de la importancia de la rehabilitación y conservación de los edificios, señalaron que «si no se rehabilita a tiempo, las patologías se agravan» y que «al no hacer un mantenimiento pequeño, se hacen destrozos grandes». El edificio, inaugurado en 1961, con unas amplias dimensiones de más de 22.000 metros cuadrados, tiene gran valor «porque su morfología y características son propias de la corriente del movimiento moderno», por sus acristalamientos, corredores, volúmenes y espacios.

Por su parte, el AMPA del colegio, que ocupa una parte del edificio, ya mostró a este periódico su «mezcla de asombro, indignación y pena» ante la postura de la Junta de dejar pasar la oportunidad de «hacer de un edificio singular (reconocido como de interés arquitectónico, con proyecto aprobado de la Universidad de Sevilla de sede-residencia del Instituto Cervantes para extranjeros y a su vez rodeado de un entorno natural que dudamos que tenga ningún o casi ningún colegio público andaluz, y muy pocos colegios concertados o privados), una enseña de lo que podría ser una educación pública construida con imaginación y con entusiasmo, sin complejos ante otras alternativas».