Un año más, el último domingo del mes de septiembre volvió Nuestra Señora del Socorro coronada a salir de su ermita y este año también regresó el castillo de fuegos artificiales en honor de la Señora de la Plaza Grande. La Reina de la Corredera, como la llama su gente, vuelve a la calle.

Pocos minutos después de las siete de la tarde los sones de la banda de música de la Esperanza anunciaban ayer la salida de la Virgen. Poco a poco, con una trabajada maniobra, el característico templete dorado donde procesiona la Virgen se recortaba en el enclave formado por el Arco Bajo y la polícroma ermita donde se venera la imagen. Una suave brisa, donde el olor a nardos era el protagonista, surcó el enardecido ambiente que como un ritual se cumple cada último domingo de septiembre.

Poco a poco, la gloriosa comitiva comenzó a caminar por las principales calles del barrio de San Pedro en dirección a la plaza de la Corredera, donde cientos de cordobeses esperaban a la popular imagen.

La Virgen cruzó entre luminarias y alegres marchas la Plaza Grande; poco después quedó detenida en uno de sus arcos. Allí, y desde la atalaya de su paso, presenció el estruendo del castillo de fuegos artificiales que su cofradía ofrecía en su honor.

La Corredera volvía a vibrar y a convertirse, como antaño, en el indiscutible escenario de la gran fiesta barroca.